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¿Quousque tandem abutere, Cristina Kirchner, patientia nostra? ¿Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? ¿Quem ad finem sese effrenata iactabit audacia?


EL PUEBLO QUIERE SABER: Todos los días se descubren nuevos actos de latrocinio y corrupción del kirchnerismo / Albertismo . ¿Cuánto le costará al país los desmadres del KIRCHNERATO?

jueves, 21 de octubre de 2010

SUEÑO DE RATA


“...un príncipe no debe tener otro objetivo ni otra preocupación, ni debe considerar como suya otra misión que la de la guerra...” Nicolas Maquiavelo


El sueño del camionero


Cuando Hugo Moyano, el líder de los camioneros y aspirante a transformarse en la versión argentina del presidente brasileño, el ex sindicalista Luiz Inácio Lula da Silva, opinó que sería bueno "tener a un trabajador en la Casa Rosada", la presidenta Cristina Fernández de Kirchner le retrucó afirmando que ella misma trabaja desde los 18 años.

Si bien la presidenta es tan propensa como Moyano a hablar de "la clase obrera" y "la clase media" como si se tratara de sectores sociales netamente diferenciados, parece entender que es engañoso procurar analizar la realidad argentina actual utilizando términos que acaso fueran apropiados para la Europa decimonónica.

En la Argentina que efectivamente existe, los afiliados al sindicalismo, comenzando con los camioneros, conforman una especie de elite frente a los millones que trabajan en negro, los depauperados por los incesantes cambios económicos y los "estructuralmente" pobres procedentes en su mayoría de partes del interior y de otros países latinoamericanos.

Lejos de contribuir a reducir la brecha entre la minoría relativamente acomodada –si bien por lo común muy pobre en comparación con sus equivalentes en Europa, América del Norte y Japón– y los demás, la militancia sindical ayuda a ampliarla.

También habrá entendido Cristina que lo que Moyano quería decir era que le encantaría que el próximo presidente fuera un hombre surgido del sindicalismo peronista, por preferencia él mismo, y que el acto multitudinario que se celebró en el estadio de River Plate fue una demostración de fuerza destinada a hacer pensar que contaría con el apoyo popular suficiente como para permitirle alcanzar su meta o, por lo menos, para ser lo que llama "un instrumento de poder" capaz de cogobernar.

Puesto que según todas las encuestas Moyano no tiene ninguna posibilidad de conseguir los votos que necesitaría para poder trasladarse a la Casa Rosada, tendrá que conformarse con el "plan B", lo que, lejos de dejar tranquilos a sus muchos adversarios, les parece casi tan alarmante como les sería un hipotético triunfo electoral.

Desde el punto de vista de Cristina y su marido, el ex presidente Néstor Kirchner, el que Moyano esté resuelto a erigirse en el hombre fuerte del peronismo tradicional constituye un problema mayúsculo no sólo por ser cuestión del papel que esperan seguir desempeñando.

A esta altura, no pueden correr el riesgo de desairarlo porque no vacilaría en desatar una ofensiva laboral de consecuencias imprevisibles, pero saben que son nulas las ventajas políticas de tener como socio privilegiado a un personaje que está entre los menos populares del país.

Asimismo, no pueden ignorar que brindar la impresión de depender de la buena voluntad del camionero, un hombre combativo de trayectoria ultraderechista, sólo sirve para llamar la atención a su propia debilidad.

Mientras duró la fase inicial de la gestión de Néstor Kirchner, cuando los santacruceños aún soñaban con crear un movimiento "transversal" muy distinto del "pejotismo" que en aquel entonces despreciaban, incluían a Moyano y compañía entre sus enemigos en potencia, pero andando el tiempo comprenderían que no les quedaba más alternativa que la de aliarse con el sindicalismo más reaccionario, los intendentes del conurbano bonaerense y, desde luego, el grueso del "aparato" del PJ que lograron apartar de Eduardo Duhalde.

Por supuesto que los Kirchner distan de ser los únicos con motivos para temer a Moyano.

Aún más perturbados, si cabe, son sus "compañeros" del sindicalismo peronista, los empresarios, los intendentes del conurbano, los políticos del "Peronismo Federal" opositor e integrantes de otras agrupaciones que esperan que la investigación de "la mafia de los medicamentos" culmine con su detención.

Sin embargo, mientras que los Kirchner se sienten constreñidos a ocultar sus sentimientos reales, los demás no tienen por qué tratarlo con benevolencia.

Para ellos, el acto de River, con la presencia de los Kirchner, el gobernador bonaerense Daniel Scioli y el entrerriano Sergio Urribarri, varios ministros del gobierno nacional y otros representantes del oficialismo, fue una provocación ante la cual tendrán que reaccionar, ya que cuanto más tiempo demoren la contraofensiva más difícil les resultará impedir que el poder de Moyano alcance dimensiones inmanejables.

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