Casa de San Martin en Boulogne sur Mer |
Pocas semanas después de la muerte de José de San Martín en la casa de Boulogne sur Mer que vemos en la imagen (agosto de 1850), las autoridades de la Confederación Argentina dieron instrucciones para que se llevara a cabo la repatriación de sus restos. Esa fue la voluntad póstuma del militar que en su testamento había expresado que quería que su corazón descansara en el de Buenos Aires. Sin embargo, todo fue demorándose. Durante once años, el cuerpo embalsamado del Libertador de América descansó en una de las capillas de Notre-Dame de Boulogne (Nuestra Señora de Boloña).
El primer traslado fue a Brunoy, en las afueras de París. Tuvo lugar en 1861, luego de que la familia Balcarce San Martín se mudara a dicha ciudad y resolviera llevar el cuerpo para que fuera ubicado en la bóveda de la familia, junto a su nieta María Mercedes que había muerto en 1860.
En la Argentina, el tema se reavivó en 1864 –durante la presidencia de Mitre– cuando los diputados nacionales Martín Ruiz Moreno y Adolfo Alsina presentaron un proyecto de Ley para autorizar al Poder Ejecutivo a llevar adelante la repatriación.
Manuel Guerrico gestionó la cesión de un terreno en el cementerio de la Recoleta en 1870, pero seis años después la comisión encargada del traslado se entrevistó con el arzobispo Federico Aneiros con el fin de solicitar un espacio en alguna de las capillas de la Catedral para que se colocara allí un mausoleo. Detrás de toda la empresa se encontraba el presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda.
¿Se estaba cumpliendo la voluntad del Libertador al llevarlo a la Catedral?
Cuando San Martín dijo: “Desearía que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires”, ¿se refería a que deseaba ser llevado al cementerio, a la Catedral? Aquí cada uno puede tener su propia interpretación. Considero que si nuestro prócer hubiera querido referirse al cementerio de la Recoleta, habría mencionado la tumba de su “esposa y amiga”, Remedios de Escalada. Además, el corazón de Buenos Aires bien puede referirse al centro de la ciudad.
En estos días, un proyecto de traslado de los restos a Yapeyú, a cargo del diputado Adán Gaya, sostiene que, al mencionar Buenos Aires, se refería a la Patria y “sin lugar a dudas”, a Yapeyú. Regresemos a la historia:
El 25 de febrero de 1878, centenario del nacimiento del prócer, se realizó un tedeum en la Catedral que concluyó con la colocación de la piedra fundamental del mausoleo. Avellaneda, Mitre, Quintana y Aneiros, entre otros, participaron en el acto simbólico colocando mezcla en la obra con una cuchara de plata.
El escultor francés Auguste Carrier Belleuse fue el encargado de moldear el mausoleo que envió en partes desde Europa. En Inglaterra había concluido la construcción del buque de guerra Villarino, que había sido encargado por el gobierno argentino. Fue enviado al puerto de El Havre, donde cargaría el féretro.
Este fue su derrotero:
-El 21 de abril de 1880, el ataúd fue transportado de Brunoy a París (35 kilómetros), donde se lo cargó en un tren especial rumbo a El Havre. Una vez en la ciudad portuaria, se lo depositó en su Catedral. Luego del acto religioso que incluyo la bendición del féretro, se lo embarcó en el Villarino. El buque soltó amarras el 22 de abril.
-Arribó a Montevideo el 20 de mayo, donde fue recibido con una salva de 21 cañonazos. La recepción fue imponente. Siete barcos argentinos acudieron a recibir al Villarino. Una carroza tirada por seis elegantes caballos llevó el féretro (cubierto por las banderas de Uruguay, Chile, Perú y la Argentina) a la Catedral. Una multitud acompañó los restos, lanzando flores desde la acera y los balcones. La bienvenida de los hermanos uruguayos –asistieron el presidente Francisco Antonio Vidal Silva y todos sus ministros– ha sido considerada uno de los actos más emocionantes que se hayan hecho al Libertador. Cuando partió por la tarde, la banda militar uruguaya ejecutó el Himno Nacional Argentino. Por su parte, desde el barco, la banda argentina interpretó la canción patria de Uruguay.
-Durante una semana, el Villarino se mantuvo en la costa de Catalinas (en esa época, la playa llegaba hasta lo que es hoy la plaza Fuera Aérea, vecina de la estación Retiro), escoltado por decenas de buques de la Armada.
El 28 de mayo tuvo lugar la ceremonia principal. Los integrantes de la Comisión de Repatriación colocaron la bandera del Ejército de los Andes sobre el ataúd, más dos coronas: una con palmas de Yapeyú (ciudad natal del prócer) y otra con gajos de pino de San Lorenzo (bautismo de fuego de los Granaderos a Caballo). El cajón fue depositado en un bote fúnebre que fue remolcado por el Talita, la lancha presidencial.
Se lo desembarcó en las costas de Retiro (durante años se llamó a ese sector vecino a la Plaza San Martín, Playa San Martín). Fue colocado junto al palco oficial, donde el ex presidente Sarmiento dio un discurso de recepción.
Cargado de flores que le lanzaban los argentinos a su Padre de la Patria, el féretro fue escoltado hasta el monumento del Libertador, en la plaza. Un emocionante discurso del presidente Avellaneda complementó las palabras de Sarmiento. El cajón fue colocado en una carroza fúnebre (réplica de la que transportó el cuerpo de Wellington a la Catedral de Londres en 1852). El cortejo marchó por la calle Florida hasta la Plaza de Mayo.
¿San Martín Masón?
El ataúd fue depositado en la nave central de la Catedral Metropolitana. Durante veinticuatro horas desfiló el pueblo para rendirle tributo. Al día siguiente, a las dos de la tarde, se lo ubicó en el mausoleo.
Suele decirse que "los restos de San Martín yacen fuera del perímetro de la Catedral, en una capilla construida afuera de la nave central, porque era masón; dando a entender que la Iglesia no aceptaba que descansara bajo su custodia".
Raro comentario, si se tiene en cuenta que los despojos del Libertador estuvieron en Notre-Dame de Boulogne, la iglesia parroquial de Brunoy y las catedrales de El Havre, Montevideo y Buenos Aires.
Además la logia "Lautaro" a la que pertenecía, buscaba la independencia de España. Nada que ver con los fines de las logias de los masones de la calle Perón que buscan sistemáticamente apropiarse de figuras de renombre histórico olvidando que no se tiene acceso a los registros de sus miembros, por lo que "hay que creerles a ellos", porque "ellos así lo afirman"; además que es muy fácil atribuir pertenencias a fallecidos que no puede defenderse y refutarlos.
Sí, en cambio, resulta curioso la forma en que ha quedado dispuesto el ataúd. Además la "logia Lautaro" era una sociedad secreta que buscaba la independencia de los pueblos americanos.
Además la logia "Lautaro" a la que pertenecía, buscaba la independencia de España. Nada que ver con los fines de las logias de los masones de la calle Perón que buscan sistemáticamente apropiarse de figuras de renombre histórico olvidando que no se tiene acceso a los registros de sus miembros, por lo que "hay que creerles a ellos", porque "ellos así lo afirman"; además que es muy fácil atribuir pertenencias a fallecidos que no puede defenderse y refutarlos.
Sí, en cambio, resulta curioso la forma en que ha quedado dispuesto el ataúd. Además la "logia Lautaro" era una sociedad secreta que buscaba la independencia de los pueblos americanos.
El tamaño del cajón no era el adecuado. Mejor dicho, el del mausoleo. Por ese motivo, el féretro que contiene el cuerpo embalsamado del prócer fue colocado en forma inclinada (la cruz en la lámina publicada por el Instituto Nacional Sanmartiniano marca el lugar exacto). Así permanece desde el 29 de mayo de 1880.
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