EL ASESINATO DE FERREYRA PUEDE CAMBIAR EL ESCENARIO POLÍTICO
Kirchner: ¿terminará negociando la cabeza de Moyano con los gobernadores, los intendentes y los gordos?
El camionero, rumbo a convertirse en un lastre electoral.
Por Carlos Tórtora para el Informador Público
Ayer, el Secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, fatigó los teléfonos de los gobernadores justicialistas reclamándoles que hicieran declaraciones a favor del gobierno en el caso del asesinato de Mariano Ferreyra. Pero los caciques provinciales decidieron hacerse los distraídos. El lunes pasado ya le había costado a Néstor Kirchner conseguir que cinco gobernadores se pronunciaran descartando la candidatura presidencial de Daniel Scioli y ratificaran su lealtad a Olivos. Un supuesto incondicional, el entrerriano Sergio Uribarri, miró para otro lado y no se compró el pleito con Scioli. Ahora, un gélido silencio parece ser la respuesta de la dirigencia peronista ante la ofensiva de la izquierda contra la complicidad del gobierno con la mafia sindical de la Unión Ferroviaria y el moyanismo.
Crisis es oportunidad
El homicidio de Ferreyra es una especie de blanqueo sangriento del rol que están tomando Moyano y sus amigos en la sociedad. Para un amplio arco que va desde la UIA hasta la ultraizquierda, el camionero está pasando a ser la encarnación del mal. Con una inigualable torpeza política, Moyano se ufana de acumular odios y hace ostentación de su omnipotencia. Esta polarización está construyendo una oportunidad más que interesante para la dirigencia del PJ. Los gobernadores tienen serios indicios de que la cúpula sindical va a intentar aplicar en todo el país la regla de los 70 que ya plantea en Buenos Aires: un tercio de las listas de candidatos deben ser propiedad sindical y se discutirá también la vice gobernación. Semejante presión puede determinar en varias provincias que el PJ entre en crisis, porque algunos grupos patearían el tablero ante el avance sindical. Ni que hablar de los intendentes del conurbano, que verían en la creciente demonización de Moyano la gran posibilidad de frenar su avance no sólo político sino sobre los gremios municipales y los contratos de recolección de residuos, entre otros. Ayer circulaba en la Cámara de Diputados de Buenos Aires una pregunta que lo dice todo: ¿Cómo puede el kirchnerismo ganar las elecciones en Buenos Aires si el presidente del PJ está salpicado con sangre? Por mucho menos de lo que hoy se dice y se sabe de Moyano, Herminio Iglesias se convirtió en el 83 en el ícono de la derrota peronista. ¿No está quemando ahora el camionero un cajón como hizo aquél en el acto de la 9 de julio?
Un Moyano en estas condiciones caminaría por la cornisa de Alfredo Yabrán y le sería muy difícil plantarse como el gran elector del PJ. En el juzgado federal de Norberto Oyarbide descansa, por otra parte, el expediente en el que se investigan las vinculaciones de la obra social de camioneros con la mafia de los medicamentos. Reactivar la causa, después de la muerte de la Ferreyra, podría colocarlo en jaque.
Por ahora, sólo es una hipótesis, pero no hay que descartar que Kirchner opte finalmente por la liquidación política de Moyano para negociar con los gobernadores, los intendentes y Scioli y limpiar así en alguna medida la imagen del gobierno. Una nueva conducción de la CGT más moderada podría ser también una alternativa a conversar con los gordos. Paradójicamente, el jefe máximo de la CGT, como van las cosas, puede pasar a ser el principal obstáculo electoral de Kirchner.
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