Podríamos decir que este gobierno tiene la particularidad de darle “canilla libre” a desbocados que embanderados en los enfrentamientos que mantiene el matrimonio Kirchner, dicen cualquier barbaridad sin mediar consecuencias, porque de hecho éstas no llegan a rozar al poder y sus adherentes.
El gran problema que tiene el gobierno nacional (desde lo comunicacional) es que cualquiera habla y dice cualquier cosa en nombre de Néstor y Cristina. Hebbe de Bonafini, D`Elía, Pérsico, Moreno, Aníbal Fernández o ahora Boudou hablan al amparo de la impunidad que les otorga el matrimonio para disparar improperios contra sus enemigos íntimos (Clarín-La Nación) y la van de transgresores, cuando en realidad son solo unos mal educados, soberbios y pasibles de sanciones que, por obra y gracia de esta Argentina sin límites en la que vivimos, nunca llegan a destino.
Si Boudou piensa que los periodistas de los diarios Clarín y La Nación son comparables a los que ayudaban a limpiar las cámaras de gas del nazismo, siguiendo la misma metáfora podríamos decir que entonces él (Boudou) es comparable a los que abrían el Zyklon B, gas que terminaba con la vida de las pobres víctimas de los asesinos alemanes.
Obviamente el Ministro de Economía no es un estúpido que abre la boca sin haber estudiado previamente la frase y el contexto en el que la quiere hacer jugar. El funcionario nacional compara a los periodistas con la gente que hace el trabajo sucio y que si bien, no están directamente implicados, son colaboracionista de dos medios (Clarín y La Nación) que en opinión de su alter ego (léase: Néstor Kirchner) apoyan las recetas del FMI, son golpistas y ayudaron a las dictaduras militares a destruir el país.
Si yo hubiera estado ahí, en la entrevista, le habría dicho al joven economista, que conoce la dictadura por lo que le contó la presidenta, que él entonces es comparable con los que abrían las válvulas del gas en las cámaras, ya que con su política (es un decir lo de “su”) y las medidas económicas que aplica por orden y mandato del ex presidente, ha generado una sociedad prebendaria, subsidiada, con amigos del poder enriquecidos de la noche a la mañana y sueldos paupérrimos, con niveles de pobreza que van creciendo mes a mes, con un interior profundo lleno de carencias y necesidades, comunidades sin agua, sin asistencia médica y a través de la economía especulativa se incentivó la timba financiera, se les quitó a los pueblos la tranquilidad llenándolos con los casinos de su amigo López, hace vivir a los pobres a un costo de vida cuatro veces superior al publicitado oficialmente y es el que colabora para el aplastamiento de la vocación por el trabajo, en una juventud que se profesionaliza en la militancia rentada de hoy sin preocuparse mucho por su futuro, confiando, que el modelo trascenderá en los tiempos.
La falta de tacto y la profanación de los buenos modales que hace permanentemente el entorno kirchnerista provocan estos dislates que resultan una verdadera carga para la mandataria que debe asistir a la cena de la AMIA o a los colegas de Boudou en Relación Exteriores, Justicia y Educación que asistirán próximamente un seminario sobre el Holocausto en Buenos Aires. ¿Con qué cara lo harán, después de la mancha que les propinó el ministro desbocado?
Cualquier cosa que haga Boudou ahora para zafar del compromiso asumido por su propia verborragia irracional e impune, no será suficiente y seguramente (como es de esperar) caigan sobre él todo tipo de repudio, no solo a su frase literal y la connotación que tiene semejante aseveración para el mundo, sino por subirse al caballo prestado de las ofensas oficiales en contra de los medios a los cuales combate, sin ver que allí trabajan personas, empleados, que se ganan la vida honradamente y que son comparados con los colaboradores de los campos de exterminios, algo extremadamente exagerado y fuera de lugar, que no resiste un análisis serio y necesitaría de una rectificación pública y un pedido de disculpas de parte de sus empleadores, cosa que —obviamente— nunca va a suceder.
Agencia OPI Santa Cruz
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