El sacerdote Miguel La Civita prestó declaración en el juicio por los asesinatos de los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville durante la dictadura cívico-militar, oportunidad en la que sostuvo que esos crímenes fueron "un tiro por elevación" para el por entonces obispo de La Rioja, Enrique Angelleli, quien luego también fue asesinado. En su oportunidad, la agencia estatal de noticias Telam difundió ampliamente su testimonio ante los magistrados. Es de esperar que también difundan las siguientes declaraciones de La Civita acerca de cómo él descubrió que Jorge Bergoglio ayudaba a escapar a perseguidos por los militares.
La plana mayor jesuita en 1976. De izquierda a derecha, Víctor Zorzín, Rector del Colegio Máximo; Andrés Swinnen, Maestro de Novicios; Jorge Bergoglio, Prepósito Provincial; Carlos Cravena, Ministro del Colegio Máximo o vice superior, e Hipólito Salvo, ex Provincial en la Argentina.
Cuando fue llamado a prestar testimonio ante el Tribunal Oral Federal de La Rioja, Miguel La Civita declaró acerca del asesinato de los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville, ocurridos cuando él estaba terminando sus estudios de teología, recordó que en esa época los perseguían "en forma permanente", en especial "cuando sabían de la presencia de (Enrique) Angelelli". La Civita reveló que, luego de su ordenación, y ya estando en la ciudad de Chepes, fue amenazado por teléfono y en las afueras de la parroquia siempre había un Ford Falcon verde "parado en la puerta todo el día" que los seguía "a todos lados". En esos días, La Civita conoció a Jorge Bergoglio.
Acerca de su vínculo con el hoy papa Francisco, habló con Raúl Acosta, por LT3, de Rosario:
-Tu relato con el padre Bergoglio es realmente interesante. ¿Cómo lo conociste?
-Lo conocí cuando yo era estudiante. Lo conocí cuando era seminarista de la diócesis de La Rioja y fuimos con dos compañeros más a terminar los estudios en Buenos Aires y paramos en el Colegio Máximo de San Miguel, que es el colegio de los jesuitas. Fuimos a terminar lo que nos faltaba de teología y ahí lo conocimos a él cuando era provincial de los jesuitas y residía ahí.
-¿Eso que año era?
-Debe haber sido año el año del golpe.
-En el '76.
-Sí, por ahí. 75 debe haber sido.
-¿Cuándo lo volvés a encontrar?
-Después siempre mantuvimos una relación, salvo en el tiempo en que dejó de ser provincial (N. de la R.: en la jerga de los jesuitas, el provincial es el responsable de la Provincia Argentino-Uruguaya de la Compañía de Jesús), desapareció un poco de la vida normal digamos. Creo que estuvo en Córdoba. Pero, después, siempre mantuvimos una relación cercana, a veces a través de otros sacerdotes.
-Él creo que participa contigo en un hecho duro, difícil.
-En una oportunidad, yo viajaba a La Rioja para la celebración de un Aniversario de monseñor (Enrique) Angelelli (porque yo soy sacerdote en La Rioja) y ahí me encuentro con monseñor (Fernando Carlos) Maletti, obispo de Bariloche, fortuitamente en el colectivo, . Allí conversamos de mil cosas, en torno a la vida y muerte de monseñor Angelelli. En ese intercambio de ideas -por supuesto que él también lo conoce a Bergoglio-, salió el tema de los comentarios que había…
-Que lo acusaban de ayudar a los militares.
-Eso mismo. Yo en ese momento le trasmití mi experiencia, yo había vivido con él porque vivíamos en el mismo edificio, y que había tenido una experiencia muy linda con él, porque nosotros éramos seminaristas y nos sentimos muy desamparados, y él nos tomó bajo su protección, nos cuidó y nos ayudó a seguir adelante. Que a pesar de tantos comentarios, que siempre estuvieron de alguna manera presentes, en cuanto a su participación en la dictadura, mi experiencia era otra, yo había visto que había ayudado a mucha gente a salir del país en un momento que había tanta gente desaparecida. Había visto personalmente cómo en el Colegio Máximo se escondía gente para preparar la documentación y todo lo necesario para hacerla salir del país. Eso lo había visto yo, había sido mi experiencia.
-Monseñor aceptó tus dichos.
-Monseñor Maletti le dice a Bergoglio "Me parece bueno que hagas público esto que me contaron, que te defiendas, porque es bueno que se sepa la otra cara de la moneda". Por eso, en un librito de Perfil, lo cuenta como una anécdota. Y bueno, cuenta que habíamos estado en el Colegio y que, de pronto, él se convierte en alguien que nos acompaña en ese proceso.
-Concretamente, después del asesinato de Angelelli, él los protege del posible secuestro.
-En aquel momento yo era seminarista, pertenecía a la diócesis de La Rioja, una que fue muy golpeada.
-Sí, conozco. Estuve por el '73 con el padre Ramos.
-¿Vicente Ramos?
-Sí.
-Sí, lo conocí. Yo era seminarista, al poco tiempo que llegamos a La Rioja estuvimos viviendo con Vicente Ramos.
-Él recibía muchos chicos de Buenos Aires. Pero volvamos: Bergoglio es prácticamente quien, permitime decirlo a mí, les salvó la vida.
-No sé si nos salvó la vida porque no estuvimos en una situación tan tan difícil, la situación en general era difícil. Él asumió la paternidad sobre nosotros, en el sentido de cubrir ese espacio de soledad que había quedado con la muerte de monseñor Angelelli. Digamos, nosotros éramos sus seminaristas, él personalmente nos había llevado a vivir allí.
-Pero vos me estás dando constancia que él a mucha otra gente la ayudó.
-Te estoy dando constancia de lo que yo vi. Los jesuitas en ese momento tenían toda una organización para ayudar a gente a salir del país.
-¿Te seguís viendo con Monseñor?
-Sí, por teléfono seguimos charlando. Lo vi en La Rioja unos años atrás donde él estuvo en una visita precisamente para una fecha de monseñor Angelelli, que fue una de los aniversarios, y ahí fue una de las últimas veces que lo vi personalmente pero sí seguimos charlando por teléfono. Él fue a predicarnos cuando yo me ordené sacerdote.
-¿En qué año te ordenaste?
-En el año '78.
-¿Allá en qué lugar ejercés?
-Ya hace como 7 años que estoy acá. Pero estuve en Chepes, después en Chamical. Y después los últimos 2 años, hasta que me vine, estuve en la Capital, en la parroquia de Fátima.
-Y ahora está en los pagos de tu madre.
-Ahora estoy Villa Eloísa. Cuidando a mi vieja y de paso, pueblo chiquito, atiendo como sacerdote.
-¿Cómo está tu corazón al saber que el Papa es una persona que fue tu padre espiritual en el seminario?
-Es una alegría, porque creo que él le puede aportar a la Iglesia todo un cambio que uno espera. No quizás el cambio que muchos esperan, pero sí un cambio desde una visión distinta, desde la cercanía, siempre fue muy pastor, un obispo muy allegado a sus sacerdotes en Buenos Aires. Una persona muy simple, creo que el nombre que eligió tiene que ver con eso. Ojalá sea un Francisco, que reformó la Iglesia, poner toda esa cuota de credibilidad y de cercanía a Dios. Es una alegría poder vivir este acontecimiento y esta experiencia. Y también la oportunidad de decir lo que me pasó a mí. Yo no estoy en contra de nadie, veo comentarios a veces muy negativos, pero también digo, en aquellos momentos tan difíciles los que los vivimos sabemos que no era fácil pararse y vivir o sobrevivir, las circunstancias que vivía el país en aquellos momentos. Me parece que es bueno rescatar este aspecto de la vida de él a partir de la experiencia que yo tuve.
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