“Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno”. Emiliano Zapata
Junín, Capilla del Señor y el Teatro San Martín porteño, como antes Bariloche, fueron muestras concretas, y ensayos generales, del siniestro plan “B”, forjado en el oficialismo para cuando ya no queden más caminos para lograr la reelección que tanto precisa. Todos esos lugares fueron testigos de protestas vecinales, en general contra la inseguridad, que se transformaron en violentas e incontrolables cuando llegaron los energúmenos encapuchados rentados Alicia Kirchner y sus adláteres, como Pérsico o el propio SuperBerni.
En carnaval, el jefe camporista del Servicio Penitenciario Federal organizó murgas en el penal de Ezeiza, trasladando allí a innumerables presos del “Batayón Militante” de otras cárceles; esa agrupación nuclea a los criminales más violentos y agresivos que se encuentran tras las rejas. Y las páginas deportivas chorrean sangre por la inusual actividad desplegada por las barras bravas de todos los clubs de fútbol, esas mismas que doña Cristina santificó desde su atril por su compromiso con la camiseta. En esas dos agrupaciones, el oficialismo confía para integrar su vanguardia más agresiva. Esta misma semana, dos dirigentes sociales de importancia, como son Toty Flores, vinculado a Lilita Carrió, y Raúl Castells, han denunciado la presencia siniestra de armas -legalizadas por el Renar, en manos de La Cámpora-, en los asentamientos urbanos, desde los cuales fluye, imparable, la droga; esas armas están siendo utilizadas para intimidar opositores.
El Gobierno no reflexiona ni se detiene cuando se trata de jugar su futuro. El espectáculo que brinda hoy la Provincia de Buenos Aires, que la interna kirchnerista se está tirando por la cabeza a costa de cuatro millones de chicos que no tienen clase y, por ende, tampoco comen, es una muestra del desprecio total que el “modelo” tiene por su masa de votantes, miserablemente cooptada por subsidios que ya resultan impagables.
Todos estos hechos, y lo que está sucediendo en Rosario, no hacen más que confirmar mis más apocalípticos pronósticos en cuanto a qué sucederá en la Argentina cuando el cristinismo considere imposible su supervivencia. Creo, sin temor a equivocarme, que estamos presenciando los ensayos generales del siniestro plan que busca la perpetuación del régimen a cualquier precio, aunque éste sea incendiar Roma.
Diez años de un inédito crecimiento de la Argentina no han producido ningún derrame hacia los sectores más marginados, víctimas del más criminal populismo. ¿Cómo puede ser que, después de una “década ganada”, todavía tengamos al 30% de la población bajo la línea real de la pobreza, y al 10% en la miseria?
Frente a ese panorama, indigna la cobardía de los estamentos superiores de la sociedad, por ende más responsables. ¿A qué temen tanto como para caer en este silencio cómplice? Todos ellos parecen no percibir que, cada vez, cuando les cortan las uñas se llevan más dedo.
Los opositores, salvo escasísimas excepciones, han sido tan, pero tan estúpidos que han permitido todo al Gobierno, incluyendo la designación de Gils -¿no debiera ser “giles”?- Carbó, que hoy embiste sin pudor contra la Justicia. Los empresarios, que han sido humillados y sodomizados por Patotín Moreno, ¿están tan flojos de papeles que deben obedecer sus más ridículos órdenes verbales? ¿Las ganancias de estos años han acallado las voces de los dueños de bancos, que debieran ser los primeros en defender el derecho de propiedad? ¿Qué miedo hace que sean tan pocos los periodistas que denuncian la monstruosa y genocida corrupción del Gobierno? Los empresarios, que tanto pavor sienten a perder sus beneficios de hoy, ¿no perciben que, si el “modelo” triunfa, sus mismas empresas dejarán de pertenecerles? ¿Cómo entregan, por mendrugos, los militares y las fuerzas de seguridad su honor y la defensa de las instituciones? ¿A qué siniestra venganza temen los artistas, que no respaldan masivamente a los pocos colegas que se atreven a exhibir sus críticas?
Resulta extraño y solivianta ver a los funcionarios y a los políticos de todos los partidos explicar, en televisión, que la inseguridad se debe a malas leyes. La verdad es que la ley no es mala, sino despareja. Si alguien que delinque para comer, o para pagar su vicio, va preso; si un asesino que mata a un semejante se pudre de por vida en la cárcel, ¿cómo están en libertad los Kirchner, los De Vido, los Jaime, los Cirigliano, los Cristóbal López, los Boudou, los Oberti, y tantos otros cuya corrupción es tan brutal como para generar hechos como el crimen de Once o el genocidio de los Qom, en Formosa y Salta? ¿Cómo toleramos que los chicos de La Cámpora gasten casi tres millones de dólares diarios en Aerolíneas Argentinas, entre otras cosas en fabulosos sueldos, mientras el país carece de rutas, hospitales, escuelas y viviendas?
Los ciudadanos de a pie, ¿cómo miramos, sin tomar la Bastilla, los discursos inflamados de doña Cristina, en los que se limita a mentir y negar, a agraviar y a difamar, a agredir y a fragmentar, invocando una opción por los pobres desmentida por sus lujos cotidianos? ¿Cómo permitimos que se nos deje sin las libertades más elementales, como informarnos libremente? Como sabe, tengo contra los integrantes de la Corte serios agravios, vinculados a la destrucción –en las causas llamadas de lesa humanidad- de todos los principios en los que se sustentaba el derecho en la Argentina, o a la tolerancia hacia la presencia de Zaffaroni entre sus filas pero, ¿cómo soportamos, en cobarde silencio, los inmundos ataques que el Poder Ejecutivo lleva adelante contra los jueces más probos del país?
¿Cómo toleramos que, desde los medios públicos y para-oficiales, que tanto nos cuestan a todos, se agravie a los católicos, como antes se hizo con los judíos? Los empresarios, los legisladores y los políticos, cuando vuelven a sus hogares por la noche, seguramente deben encontrar la mirada de sus hijos. ¿Cómo la enfrentan, después de haberse arrastrado y aplaudido en cada uno de los actos de este gobierno, cuando doña Cristina hace copresidirlos a Guita-rrita Boudou?
¿Seguiremos esperando, los argentinos, que la Divina Providencia venga a sacarnos las castañas del fuego? Ahora, con la presencia de SS Francisco en Roma, se abre una luz de esperanza; el inefable Luis D’Elía lo preanunció cuando dijo que el Papa será a la unidad latinoamericana –léase chavismo y “socialismo del siglo XXI”- lo que fue Juan Pablo II al comunismo. ¡Ojalá así sea! Porque se habrá terminado entonces este ladri-progresismo y empezaremos a caminar hacia el futuro y el verdadero progreso en paz.
Para terminar, un aviso parroquial. El 10 de abril, en Quintana 161, a las 19:00 horas, Carlos Manuel Acuña y yo daremos una charla, obviamente gratuita, para contar cómo vemos lo que está sucediendo y qué creemos que debe hacerse para adelante. Si puede, no deje de venir, porque la idea es ponernos los pantalones, juntar coraje y comenzar a trabajar para hacer real ese futuro, que la Argentina tantas veces ha anunciado y nunca concretado.
BsAs, 17 Mar 13
Enrique Guillermo Avogadro
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