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EL PUEBLO QUIERE SABER: Todos los días se descubren nuevos actos de latrocinio y corrupción del kirchnerismo / Albertismo . ¿Cuánto le costará al país los desmadres del KIRCHNERATO?

lunes, 29 de agosto de 2011

PIEL CORDERO


Avances en la Operación Piel de Cordero

"Octubre está a la vuelta de la esquina. Las oposiciones no pueden seguir perdiendo tiempo si quieren seducir a los votantes que prefirió a Cristina Fernández. Por su parte, para la Casa Rosada, la puesta en escena hay que mantenerla. La 'Operación Piel de Cordero' no puede cesar y no pueden darse el lujo de mostrar su verdadera cara", afirma el autor.

por CLAUDIO M. CHIARUTTINI

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata - Radio El Mundo). A dos semanas del sablazo recibido por las oposiciones en la urnas, el radicalismo, el duhaldismo y el denarvismo quedaron atrapados entre la estrategia del miedo y la denuncia para deslegitimar la avalancha de votos que recibió Cristina Fernández, mientras la Presidente de la Nación hace uso y abuso de los actos públicos para desarrollar la “estrategia de la gestión” con la que espera llegar a octubre sumando sufragios.

El manual de marketing político más básico dice que, mientras las oposiciones deberían seducir a una parte del 50% de los votantes de Cristina Fernández, la Presidente de la Nación debería atraer o manipular la voluntad del 50% de los ciudadanos que votó a las oposiciones. Sin embargo, ambos grupos han elegido caminos bien diferentes y que muestran la incapacidad de unos y la inteligencia de otros para entender al electorado.

Las huestes de Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Francisco de Narváez quedaron presas de las denuncias de un fraude que fue rechazado por la Justicia Federa, la Justicia Electoral bonaerense y hasta la Suprema Corte y proponen una boleta única que no se aplicará en octubre.

Al mismo tiempo, las tres fuerzas se lanzaron a buscar votantes levantando el fantasma de un Poder Ejecutivo que controle al Congreso, sin entender que cuando tuvieron los votos para enfrentar al kirchnerismo, la Casa Rosada diluyó todos sus intentos de imponer legislación y logró la conveniente conversión ideológica de muchos de sus integrantes.

En ese marco, Cristina Fernández gobernó con un Congreso impotente y paralizado y a fuerza de Decretos de Necesidad y Urgencia, pese a lo cual subió 30 puntos en las encuestas de imagen positiva y logró la lluvia de votos que mostraron las urnas hace dos semanas, lo que implica que las oposiciones no pudieron hacer entender a los votantes, durante la campaña electoral, la importancia de tener un Parlamento independiente o que a la gente no le interesa si el gobierno tiene el poder hegemónico.

¿Acaso alguno de los votantes de Cristina Fernández va cambiar su sufragio por el temor de un Congreso controlado por el kirchnerismo que acaba de votar? Diciéndolo burdamente, a quién hoy no le importa ceder su soberanía por un LCD, por un trabajo o por estabilidad económica, ¿puede preocuparle el funcionamiento del Parlamento?

Si es verdad que el 50% del electorado votó por una mezcla de interés personal y cercanía con los valores del gobierno, no le preocupa que la Casa Rosada controle el Congreso. Entonces, ¿porqué intentar seducirlos con un argumento que no les sirve, no les duele, ni les interesa?

Según varias organizaciones civiles que fiscalizaron las elecciones del 14/08, cerca de 44.000 telegramas muestran irregularidades. Sin embargo, en 21 provincias y la capital federal, las respectivas justicias electorales no aceptaron abrir las urnas para hacer un recuento manual. Incluso, en Buenos Aires, se pidieron la apertura de más de 1.500 urnas y el juez federal con competencia electoral Manuel Blanco, amigo del duhaldismo, tampoco aceptó.

A dos semanas del Waterloo electoral, el radicalismo logró evitar una ruptura, el duhaldismo se contenta con ser segundos a fuerza de reclamar errores en los telegramas, y Francisco de Narváez reza para no quedar debajo de Eduardo Amadeo, lo que podría cerrar su carrera política.

Por ahora, las tres fuerzas se contentan con lanzar amenazas contra las autoridades de mesa para octubre, asegurando que podrían hacerse denuncias penales, pero no hay forma que ese tipo de anuncio pueda cambiar la tendencia que las urnas ya mostraron.

Que quede claro: hubo irregularidades, hubo fraude, hubo picardías, hubo robo de boletas, hubo votos que se tiraron a la basura y se contaron como “en blanco”, hubo urnas cambiadas y hubo actas truchas.

Sin embargo, todas las oposiciones coinciden que Cristina Fernández podría perder no más de 5 puntos porcentuales, quizás 7, siendo muy positivos. Pero eso no ayudará a recortar los 25 puntos de diferencia que podrían existir entre el segundo y la Presidente de la Nación.

Si algo deberían aprender duhaldistas, radicales y denarvistas de Hermes Binner es que la carrera a octubre comenzó el domingo 14 a las 18:00, justo cuando cerraron los centros de votación y que, desde entonces, están perdiendo tiempo y oportunidades para seducir al 50% del electorado que les dio la espalda.

Por su parte, Cristina Fernández sigue con su estrategia de vestirse con una piel de cordero y de mostrar gestión (en especial, mientras las oposiciones sólo hablan, hablan y hablan). No importa si el tema es recuperar un tramo de ferrocarril en medio de las zonas triguera y sojera, inaugurar unos kilómetros de ruta o regalar computadoras, los estudios hechos por la Casa Rosada muestran que los votantes quieren a sus políticos trabajando y el gobierno satisface ese requerimiento.

Incluso, el gobierno usa la crisis internacional para mostrar gestión. Impulsar la creación del Banco del Sur, coordinar el manejo de las reservas de los bancos centrales del Unasur, desdolarizar del intercambio comercial regional o crear un fondo multilateral contingente para casos de iliquidez, se suma a recomendar a Europa y los Estados Unidos la “solución argentina” para todos sus problemas, como un signo de fortaleza del modelo K.

Cristina Fernández, tal como hacía su marido y mentor, intenta ser una jugadora de toda la cancha, ocupando todos los espacios políticos posibles, con lo cual, arrincona a las oposiciones a espacios menores, donde sus figuras se desdibujan, se mezclan, se minimizan.

Pero, al mismo tiempo que hacer marketing electoral, Cristina Fernández busca soluciones heterodoxas a las críticas que se le hacen por la fuga de capitales, por la falta de inversión, por la caída notable de las reservas, por la imposibilidad de obtener financiación internacional, por la pérdida de competitividad del peso.

De esta forma, el gobierno puede decir que América latina y Asia cerraron un pacto de no agresión comercial y nadie en las oposiciones puede decir si es verdad o mentira y muestran a Joseph Stiglitz como si fuera el ministro de Economía de la Argentina, mientras que nadie denuncia que el premio Nobel tiene relaciones monetarias sospechosas con el Poder Ejecutivo y algunos empresarios amigos del gobierno.

Mientras Eduardo Duhalde se preocupa de que Eduardo Amadeo recorte diferencia o supere a Francisco de Narváez para retener a su desilusionada tropa bonaerense o Ricardo Alfonsín pelea por evitar el salto hacia del socialismo o el duhaldismo del radicalismo de Mendoza, Cristina Fernández diseña su agenda para la reunión de las Naciones Unidas.

Pero detrás de las apariciones mediáticas, Cristina Fernández ordenó a su tropa no mostrar aristas conflictivas, aunque presione a sus enemigos tradicionales. Así, se mantiene el plan para desplazar a Hugo Moyano de la titularidad de la Confederación General del Trabajo, pero frenan la escalada para que no sea tapa de los diarios. Cubrir el escándalo del Programa “Sueños Compartidos” y la Fundación Madres de Plaza de Mayo es otra de las prioridades, y se avanza en silencio, pero efectivamente.

La estrategia “piel de cordero” del gobierno incluye llamar o visitar a Ricardo Alfonsín cuando está internado, recibir a Adolfo Rodríguez Saá pese a que nunca aplicará la boleta única que recomienda o armar una reunión entre Daniel Filmus y Gabriela Michetti para negociar una reforma electoral porteña o el traspaso de la Policía Federal, mientras se inundan los discursos presidenciales de llamados vacíos al diálogo.

Que Hebe de Bonafini diga que “Biolcati, Duhalde y Alfonsín son enemigos” o que el canciller Héctor Timermann sostenga que “hay medios destituyentes” va en contra de la estrategia oficial y muestra la verdadera cara del cristinismo talibán parado sobre 50% de los votos.

Tampoco quiere el gobierno que se diga que analizan nacionalizar el comercio exterior de granos, o que se incautarán los fondos de las obras sociales, o que serán estatizados los encajes bancarios, o que la Casa Rosada quiere recuperar el control de las comisiones claves perdidas en el Congreso. Sin duda todos esos son objetivos de los próximos cuatro años de gobierno de Cristina Fernández. Pero “de eso, no se habla”.

Cuando había pasado más de tres años de mandato, se le preguntó a Carlos Saúl Menem porqué no anticipó lo que iba a hacer en su gobierno (sobre todo, el tema privatizaciones). La respuesta es famosa: “nunca me habrían votado”.

Hoy, Cristina Fernández tampoco puede decir lo que hará hasta 2015, legitimada por la mitad del electorado, porqué, quizás, muchos no la votarían.

Después de dos semanas donde los encuestadores aseguraron que Cristina Fernández sacará más votos que hace 15 días, ahora aparecen investigaciones que hablan de una merma de 5 a 8 puntos porcentuales que irían hacia las oposiciones, pero sobre todo, a Hermes Binner, el enemigo elegido de la Casa Rosada. Más que un giro del electorado, un ocultamiento.

Octubre está a la vuelta de la esquina. Las oposiciones no pueden seguir perdiendo tiempo si quieren seducir a los votantes que prefirió a Cristina Fernández. Por su parte, para la Casa Rosada, la puesta en escena hay que mantenerla. La 'Operación Piel de Cordero' no puede cesar y no pueden darse el lujo de mostrar su verdadera cara.

La etapa de asumir la derrota debería terminar en el radicalismo, el duhaldismo y el denarvismo si tienen verdaderas intenciones de recortar diferencias con el gobierno. Deberían comenzar ya sus nuevas campañas.

Sin embargo, deben evitar los errores. No sólo Cristina Fernández tiene mucho por perder si no aciertan en sus próximos pasos. Ganar votos, es difícil. Perder votos, muy sencillo. Las oposiciones deberían recordarlo.

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