
El mundo no está superpoblado. Más del 97% de la superficie de la Tierra está vacía. Sí, ciertamente las ciudades están superpobladas, por supuesto. Sin embargo, la población mundial podría habitar el estado de Arkansas. Así que ¿Cómo puede ser que el mundo esté superpoblado? Europa y Japón van a afrontar crisis de baja población en las décadas futuras según los estudios de la propia ONU sobre población.
El siguiente artículo que traduzco aquí para ustedes lo escribió la Doctora Jacqueline R. Kasun , economista de profesión y autora del libro The War Against Population: The Economics and Ideology of World Population Control (Ignatius, 1988, 1998) (La Guerra contra la población; La economía y la ideología del Control de la Población Mundial).
Autores de prestigio como Michael Fumento opinan de la misma manera y os recomiendo el artículo “The Myth of too many” (El mito de que somos demasiados)
En su fantástico informe menciona los 10 grandes mitos sobre una de las grandes mentiras a la humanidad: la superpoblación, y lo introduce de este modo que suscribo al ciento por ciento.
“Si te familiarizas con los mitos que rodean la “superpoblación” estarás mejor posicionado para defenderte y defender a tu familia contra estas amenazas ideológicas".
Mito 9: Las mujeres y los hombres en todo el mundo están suplicando medios para controlar su fertilidad.

Esto es algo totalmente falso. No es así según los informes de lugares como Bangladesh, África y Filipinas. El hecho es que excedentes de condones y píldoras para el control de la natalidad llenan los almacenes de los países menos desarrolados pero las mujeres huyen de los planificadores familiares y suplican que sus DIUS implantados sean extraídos.
La ley de asistencia exterior de Estados Unidos requiere que los países que reciben ayuda americana tomen medidas para reducir el crecimiento de población (puedes encontrar esto en el US Code 22, sec. 2151-1; 22 US Code, sec. 2151(b). Lejos de encontrarse una “necesidad no cubierta” de control de la natalidad, los planificadores familiares apoyados por la ayuda extranjera en la India, Bangladesh y otros países deben pagar a sus clientes, o forzar a éstos a aceptar el control de su natalidad, según los informes de estos países. El control de población con ayuda exterior es tan impopular en Bangladesh que protestas sobre este asunto impidieron que el primer ministro atendiera la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo en el Cairo en 1994.
La doctora Margaret Orgola, una pediatra keniata, cuestionó la existencia de una “necesidad no cubierta” en el caso de la planificación familiar en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo en el Cairo en 1994. Dijo que los donantes de ayuda extranjeros habían sido espléndidos con las píldoras, condones y aparatos DIU en los hospitales y clínicas de Kenia, pero algo tan simple como medicinas para las enfermedades comunes no estaban disponibles.
Un informe de las Naciones Unidos sobre políticas de aborto y control de natalidad en todo el mundo encontró que altas porcentajes de mujeres de todo el mundo eran familiares con los métodos “tradicionales” para limitar la natalidad.
En 1981, la mujer típica de Bangladesh tenía siete hijos durante su vida; desde entonces la cifra ha descendido a 3.4 hijos. Según la prensa de ese país en 1994, el secretario de salud reconoció que “la coacción, el chantaje y el abuso de pagos bajo cuerda” eran problemas habituales en el programa de control de la población.
Alarmada por la extremadamente baja fertilidad, Corea del Sur, reportó en la Conferencia Internacional en El Cairo que había reducido drásticamente el gasto de su Gobierno en Control de natalidad.
Singapur, que se enfrentaba con una fertilidad por debajo de la tasa para reemplazar a la población existente, reportó que actualmente ofrece rebajas de impuestos a las parejas que tienen más de dos niños.
Las agencias de “planificación familiar” apoyadas por el Gobierno de los Estados Unidos, tales como Planned Parenthood, reclaman que sus servicios ahorran costes a la asistencia pública, pero de hecho, investigaciones publicadas han mostrado que los estados que gastan enormes cantidades presupuestarias en control de la natalidad tiene como consecuencia mayores costes de asistencia pública. Los estudios muestran también que los estados que requieren consentimiento de los padres para que una menor tenga un aborto tienen menores tasas de embarazo adolescente.
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