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domingo, 16 de enero de 2011

FRUSTRADO


EL HÉROE FRUSTRADO

Por Enrico Udenio

La Argentina ha intentado, a lo largo de gran parte de su vida como nación independiente, seguir un camino demoliberal capitalista pero, de manera paradójica, sus gobernantes y su población se han encargado de quebrar, sistemáticamente, los principios básicos que sostienen la estructura de este sistema: la propiedad, las reglas del mercado, el capital, el trabajo y las leyes.

Entonces, ¿desde qué lugar se les puede ocurrir a los argentinos que el capitalismo puede funcionar si horada sistemáticamente sus bases?

En numerosos ensayos político-económicos y en los medios de comunicación se hace frecuentemente referencia al alto grado de pragmatismo de las sociedades, incluida la argentina.

En realidad, el pragmatismo, dentro de la esfera de las ideologías, se aplica a diario en todos los países desarrollados, pero hay una diferencia conceptual entre cómo se aplica en ellos y cómo se da esto, en general, en los países de Latinoamérica y, en particular, en la Argentina.
Ninguna de las medidas pragmáticas que se llevan a cabo en esas naciones del mundo desarrollado modifican la base del sistema ideológico que han definido en sus respectivos gobiernos pues siempre dejan intacta la columna principal que sostiene a toda ideología: una relación compacta e indisoluble que existe entre las leyes y la economía en una nación, relación que tiene que estar organizada en base a reglas de juego claras y coherentes.

En cambio, en Argentina, el pragmatismo es básicamente el pasaporte a la constante confusión. Al cambiar las leyes o el sentido de las mismas según el poder político de turno, sin importar si éstas apoyan o no el sistema de producción económica establecido, ha dado como resultado, a través de los años, a un injerto perverso que proporciona ganancias sólo a quienes están muy acostumbrados a este “desorden” y conocen sus códigos o a aquellos vinculados al gobierno que pueden sacar provecho de esa relación.

UNA IDEOLOGÍA DE NOMBRE ARGENTINA

“El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable persiste en tratar de adaptar al mundo a sí mismo.” George Bernard Shaw (1856-1950) Escritor y dramaturgo irlandés que se distinguía por su gran sentido del humor. Premio Nobel de literatura.

Es altamente probable que en la Argentina se haya intentado construir una nueva ideología a través de sus dos principales movimientos populares del siglo XX: el radicalismo y el peronismo pero, reunir partes de distintas ideologías no determina de ninguna manera la construcción de una nueva. Ésta debe cumplir pautas de profunda congruencia entre su mecanismo económico y su estructura política, unidas ambas por un respaldo jurídico inconfundible.

Durante la historia de la humanidad fueron sucediéndose los siguientes regímenes de trabajo en relación con el instrumento político de su dominio:

1) La esclavitud que determinó la forma de producción durante la Edad Antigua.
2) La servidumbre que marcó el signo del Feudalismo.
3) El contrato libre asalariado y competitivo el del Capitalismo.
4) El contrato compulsivo asalariado competitivo el del Fascismo.
5) El contrato compulsivo asalariado no competitivo el del Marxismo socialista (comunismo).

Cuando el peronismo intentó construir una ideología entre el capitalismo y el comunismo (según la propia definición de su líder, Juan Domingo Perón) incorporó el contrato compulsivo asalariado competitivo correspondiente al fascismo, pero, al no tener conexión con las clases dominantes en aquel momento (la mayor parte del ejército, el clero, el gran capital nacional y la oligarquía terrateniente), distó de corresponderse con esa ideología. Tampoco logró que la relación entre el trabajo y la clase dominante lograra enhebrar la coherencia indispensable para establecerse como una nueva doctrina ideológica sostenible.

¿Por qué no se pudo y aún no se puede construir el propio tablero ideológico en la Argentina?
Es que en la historia del hombre, las ideologías han sido impuestas únicamente por aquellas naciones que lograron detentar un nivel importante de poder mundial. La historia no tiene registros de ningún país periférico que haya logrado imponer un nuevo modelo político-económico.
Cuando los griegos inundaron el occidente con su filosofía estaban en el pináculo del poder.
Los burgueses nacieron en las regiones francesas y alemanas, dos grandes grupos europeos.
Tanto el feudalismo como el capitalismo surgieron de las regiones o naciones más poderosas de sus respectivos tiempos. Marx, Engels y Bernstein, representaban a Alemania; Voltaire, Rousseau y Montesquieu eran franceses; Rusia, si bien pobre y subdesarrollada, era un gran imperio monárquico cuando los rusos Lenín y Trotsky establecieron, a su especial manera, las ideas del filósofo alemán Kart Marx.
El cisma religioso que rompió la hegemonía cristiana de Roma e impulsó la visión financiera del capital, surgió de Alemania. A este nuevo movimiento le dieron fuerza el imperio inglés y lo respaldó comercial y financieramente los poderosos Países Bajos. El capitalismo, que se sustentó sobre esta reforma, se nutrió de las ideas de pensadores ingleses, alemanes, franceses y estadounidenses.
Mussolini y Hitler provenían de dos regiones poderosas: la Italia que añoraba al imperio, y la Austria-Alemania, con sus historias de dominadores europeos con los cañones, aún humeantes (1).

EL PÉNDULO DESORIENTADOR

“Nadie puede hacer que un cangrejo camine derecho.” Aristófanes (A.C. 445-380). Dramaturgo ateniense.

La existencia del péndulo ideológico argentino, al oscilar de la izquierda a la derecha o del socialismo corporativista al capitalismo conservador o liberal según las circunstancias políticas y sociales del momento, genera continuas modificaciones a las reglas de juego del capitalismo con consecuencias insoslayables que hacen desaparecer la previsibilidad y con ella, al capital. Y sin capital, no hay dinero, y sin suficiente dinero, no existe otro futuro posible para el país que su involución.

La Argentina ha perdido ya demasiadas décadas de desarrollo en su historia como para seguir despilfarrándolas. Es esencial que en la sociedad se abra un amplio espacio de reflexión y diálogo para definir cuál es la guía o camino ideológico que coherentemente quiere seguir, sea este el marxismo socialista, el fascismo o el capitalismo.

(1) Fuentes: “La Evolución de la Sociedad Económica”, Heilbroner, R.- Milberg, W., Prentice Hall Hisp.,1ra.Edic.México, 1999; “Corazón de Derecha, Discurso de Izquierda”, Enrico Udenio. Ed.Ugerman, 2004; “Europe, A Tapestry of Nations”, Lewis, Flora, Simon & Shuster, NY,USA, 1987

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