GENERAL VILLEGAS

GENERAL VILLEGAS, CASO EMBLEMÁTICO DE UNA SOCIEDAD ENFERMA E IGNORANTE.



A fuerza de ser sincero, debo confesarle que sabía que existía General Villegas, a través de Don Antonio Carrizo, locutor y animador de radio y televisión. Hoy, General Villegas, está en boca de todos. El motivo y como no podía ser de otra manera, nefasto y desgraciadamente “emblemático”. Ocurre que General Villegas – y disculpe por la reiteración -, nos coloca de cara ante una sociedad tan enferma como ignorante…¡vaya ingredientes!.

Repasar lo ocurrido con ésta menor, no viene a cuento. Solo puede desconocerlo alguien que viva como “topo”, que no son tantos pero no son “tan pocos”.

Me llama sí y poderosamente la atención, el tratamiento que el periodismo está dando a este caso, no por la liviandad, sino por la evidente omisión que hace de algunos detalles que agregan un componente mucho más patético al mismo.

Acá hay una sola víctima, la menor, y muchos victimarios. Los que han participado directamente del aberrante hecho; el pueblo de General Villegas, ya sea por acción u omisión; un Juez que no ha ordenado la detención o captura inmediata de los autores, y seguramente los padres y hermano de ésta menor, a quienes erróneamente se presenta como víctimas.

Éste hecho que colma la capacidad de asombro del más escéptico, trae a cuento la famosa frase que reza: “pueblo chico, infierno grande”.

Pero para hacer un análisis ajustado y objetivo, necesariamente hay que llamar a las cosas por su nombre, así duela, así resulte hasta obsceno, y el periodismo, a veces tan contundente, esta vez no lo hace, así lo sugiera.

De lo visto, dicho y repasado, no queda ninguna duda que ésta menor, era o es, “la prostituta del pueblo”. Por supuesto que suena brutal. Ocurre que si no nos sacamos la careta de la hipocresía, mal podremos llegar a entender exactamente la real dimensión de éste problema, seguramente común a otros “General Villegas”. En este caso particular, los autores “cometieron el error” de hacer público a través de un video, el aberrante hecho. Y lo cometieron, evidentemente “cebados” por la impunidad y complacencia de una sociedad tan enferma e ignorante como ellos.

La pregunta que necesariamente me debo formular es; ¿eran acaso los padres y hermano de ésta menor, los únicos que estaban ajenos a su condición?. ¡Le digo que no!...y se lo digo más que rotundamente convencido. La única víctima es la menor. La enfermedad y la ignorancia supina de una sociedad, contribuyó y estimuló a que viera exacerbada su evidente inclinación a la “promiscuidad”. Y fíjese a qué punto se ha llegado, que la mismísima esposa de uno de los autores, encabezó la marcha de la vergüenza, reclamando por la “inocencia” de estas bestias. ¿Digo bien si digo bestias?.Todavía digo bien, solo que al paso que vamos, el probable que en un tiempo no muy lejano, la bestia sea yo.

Ricardo Jorge Pareja

parejaricardo@hotmail.com