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¿Quousque tandem abutere, Cristina Kirchner, patientia nostra? ¿Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? ¿Quem ad finem sese effrenata iactabit audacia?


EL PUEBLO QUIERE SABER: Todos los días se descubren nuevos actos de latrocinio y corrupción del kirchnerismo / Albertismo . ¿Cuánto le costará al país los desmadres del KIRCHNERATO?

jueves, 20 de mayo de 2010

APRENDIERON ?


FRENTE A EVIDENCIA ¿NO HABRÁN APRENDIDO?

Con solo observar las estadísticas oficiales tenemos un fundamento contundente: En alimentos por cada dólar que importamos exportamos diez, con el agravante que en varios casos nuestros vendedores son a su vez más importantes compradores.

Por Aldo Norberto Bonaveri (*)

La política internacional en general y, las relaciones comerciales con los países que tenemos intercambio en particular, no son precisamente una fortaleza de las administraciones K, desde el 2003 a nuestros días las contradicciones incurridas no hacen más que ratificar que en tanto Néstor como Cristina actúan por impulsos, como ocurre en otra áreas de gobierno se manejan por tácticas y no por estrategias.

En su reciente viaje a España la presidenta volvió a sorprender a propios y extraños con sus declaraciones; en tanto en el país se intensificaba la disputa con relación a los obstáculos a la importación de alimentos, en Madrid, Cristina Fernández desdeño “todas las formas de proteccionismo”, a la vez de requerir la eliminación del “doble estándar”, que existe en las relaciones comerciales internacionales. Sin duda lo requerido es acertado y, se encuadra en los reclamos históricos sudamericanos respecto a la doctrina económica a que históricamente apeló el boque europeo, no obstante, pierde sustento ante los absurdos comportamientos que su propio gobierno está aplicando intempestivamente.

No es una novedad que el actual gobierno tome determinaciones de hecho, sin oficializarla mediante decreto o resolución pertinente, lo sucedido con la importación de alimentos es un calco de lo acontecido con las restricciones a las exportaciones de carne, en ambos casos Guillermo Moreno, formalmente un funcionario de segundo rango, pero en la práctica con más poder que los ministros, impone sus “reglas” de palabra, desautorizando y apretando a quienes osan reclamar por tamaña arbitrariedad.

Era esperable que el periodismo del viejo mundo consultara a nuestra presidenta por las limitaciones impuestas, sin inmutarse, como ocurre frecuentemente frontera adentro, Cristina tuvo el tupé de desacreditar la pregunta sobre la importación de alimentos: "No hubo restricciones de ninguna manera". Por más que se esmere la Jefa de Estado en minimizar o confundir a la prensa, es evidente que nadie se cree tales desmentidas; la realidad marca lamentablemente que Argentina no es un país confiable y tampoco previsible.

En otra parte de sus declaraciones, la primera mandataria expresó: "No tenemos que asustarnos de que haya intereses comerciales de un lado y del otro. Tenemos que ser muy sensatos, realistas, inteligentes, y ver la película entera y no ver la paja en el ojo ajeno". No puedo menos que compartir tal definición, pero en boca de quien actúan exactamente al revés, la frase se convierte en una hipocresía.

En gestión de gobierno resulta natural que quienes tienen la responsabilidad de conducir los destinos de un país, en algún momento deban asumir medidas complejas, que afecten intereses de países con los que existen vínculos comerciales, de estos casos en el mundo surgen frecuentemente; es verdad que muchas veces adoptar determinaciones drásticas significa una tarea difícil y, como tal, corresponde previamente efectuar un análisis exhaustivo de la situación, donde se pongan en balanza los pros y contras de la disposición, puesto que no se puede desconocer que en materia de relaciones contrapuestas cada reacción provoca reacción.

En el caso que nos ocupa nada más lejos de una situación de esa índole, solo basta una somera evaluación como para advertir que adoptar tal decisión conlleva a muy poco por ganar y, mucho por perder. Con solo observar las estadísticas oficiales tenemos un fundamento contundente: En alimentos por cada dólar que importamos exportamos diez, con el agravante que en varios casos nuestros vendedores son a su vez más importantes compradores. Realmente es incomprensible como un equipo de gobierno o, como quieran llamarles a los colaboradores de la diarquía que ostenta el poder, no advierten ni previenen desenlaces tan nítidos.

Como es de público conocimiento, las protestas por la medida fáctica unilateral no se hicieron esperar, arreciendo de distintas direcciones. La excusa de la implementación también a sido burda “Defensa de la industria nacional”, salvo casos muy aislados el sector manufacturero de alimentos no tiene por el momento mayores obstáculos con la competencia de productos importados, (digo por el momento, porqué se esta produciendo una distorsión del peso con relación al real y otras monedas). De lo poco que ingresa de ese rubro, un buen porcentaje es de artículos que no se producen en el país o tiene muy poca escala.

La causa real que impulsa a los Kirchner a tomar una medida de esa índole se relaciona íntimamente con la disminución, siempre muy favorable de la balanza comercial, es verdad que esto ha ocurrido y, así lo determinan los números del primer trimestre del año, pero ello obedece a causas de distinta naturaleza. Por una parte se han incrementado los ingresos de bienes de capital, lo que es muy positivo porque marca una tecnificación de la industria nacional y, por otra parte por los propios errores del gobierno, los que dinamitaron el ingreso de dividas que se hubieran obtenido de no haber minimizado la ganadería, obstaculizar la lechería, reducir el mercado de trigo a la mínima expresión y, haber llevado adelante una destructiva anti-política energética.

Si el Gobierno persiste con la medida, las consecuencias van a ser onerosas. Los reclamos en grupo de los embajadores de la Unión Europea son una muestra de las represalias que puede adoptar el bloque comunitario en su conjunto. Ni el empresariado, ni el Gobierno brasilero están dispuestos a aceptar semejante disposición sin imponer una replica mucho más dura. Se afecta el funcionamiento del propio MERCOSUR, donde además de el disgusto paulista, ya se han producido roces con los socios menores, puesto que tanto Uruguay como Paraguay se han sumado a la nómina de damnificados.

Los Kirchner hasta ahora han demostrado que no saben retroceder. Frente a la evidencia ¿no habrán aprendido?

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de Aldo Norberto Bonaveri por gentileza de Pregón Agropecuario.

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