Martín Redrado fue repuesto por la Justicia en la presidencia del Banco Central, pero con la eventualidad de que la misma Justicia, en una instancia superior, lo remueva el lunes, para que tal vez la Corte, más tarde, lo vuelva a entronizar. Los US$ 6500 millones del Fondo del Bicentenario, motivo del entuerto, también quedaron a merced de enredos procesales. El vicepresidente del Banco, Miguel Pesce, intentó durante su breve mandato eludir la orden de no innovar de la jueza María José Sarmiento, aprovechando que la notificación no había llegado desde mesa de entradas hasta el directorio de la entidad. Julio Cobos convocó a los presidentes de bloques del Senado para que el Congreso trate el decreto de necesidad y urgencia (DNU) que dispuso de las reservas, lo que ofrecería una salida al laberinto. Pero Cristina Kirchner le indicó a Miguel Pichetto, el jefe de la bancada oficialista, que desconozca la convocatoria. Los periodistas y locutores de radio y TV mutaron en improvisados procesalistas. En definitiva: la Argentina decidió convertir a su Banco Central en una pequeña Honduras.
Los Kirchner provocaron -es increíble- una crisis superior a la de la Resolución 125. El desencadenante de ambas tormentas es el mismo: un gobierno aislado, que arremete enfurecido cuando le impiden acceder a más recursos. Pero el contexto de este nuevo episodio lo vuelve más delicado que la guerra contra los chacareros.
La razón principal de este desequilibrio es la que menos advierten la Presidente y su esposo: el 28 de junio pasado ellos perdieron buena parte de su poder. Por eso la ira matrimonial, antes temible, se va tornando patética. La conducta de Redrado es un síntoma de este cambio. En 2005, Néstor Kirchner firmó DNU disponiendo del 36% de las reservas para saldar la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Y Redrado obedeció sin chistar. Igual que se allanó a las adulteraciones del Indec sobre la inflación o a que la política cambiaria se la dictaran desde Olivos.
La metamorfosis de Redrado hace juego con otro cambio que los Kirchner tampoco han calibrado: son minoría en el Congreso y, por lo tanto, sus DNU son menos consistentes que antes. La comisión que debe evaluarlos está trabada en un empate. En Diputados el oficialismo está en desventaja y en el Senado podría estarlo, sobre todo si prosperan las conversaciones que Cobos inició ayer con el pampeano Carlos Verna. La derrota, que con el "voto no positivo" fue circunstancial, puede volverse sistemática.
La Justicia actuó en este caso de manera fulminante, como demostró la jueza Sarmiento. La Corte, además, dio por primera vez una señal política relevante, al involucrarse rápido en el caso. Es el efecto del 28 de junio en tribunales: hasta los ceniceros, de golpe, se vuelven inconstitucionales.
Falta de estrategia
Este dato desvela a los funcionarios. Amado Boudou confesó sus temores ante varios amigos. En especial con uno que le pidió ser director del Central y luego se arrepintió por razones de seguridad. En el Banco Central, el director Carlos Sánchez y el síndico Hugo Alvarez -contador de Julio De Vido- murmuran contra la irracionalidad de la Casa Rosada. En el gobierno entero están alarmados por la falta de estrategia de los Kirchner. Vale el testimonio de un funcionario ligado a ellos: "Este Vietnam se debe a que no advirtieron que Redrado está obligado a convocar al directorio cada 15 días. Si hubieran esperado a la próxima reunión, nuestros directores habrían votado que se gire el dinero. Redrado debería, en ese caso, renunciar. Pero acá nadie piensa ni escucha". Es lógico: en Olivos creen estar frente a un complot de Redrado, el radicalismo, los infaltables Cobos y Clarín y, ahora, la Corte.
Igual, la peculiaridad de la crisis del Central está por verse. Hasta ahora ella estuvo encapsulada en esgrimas procesales. Pero en los bancos temen que, el lunes, afecte los mercados con movimientos en el nivel de depósitos y presión sobre el dólar. El presidente de Adeba, Jorge Brito, desde Punta del Este, hace alardes de tranquilidad. Aunque ayer aclaró: "Si todos los banqueros tuvieran la inteligencia de sus intereses, no habría ninguno diciendo, como leí por ahí, que el comunicado sobre Redrado respondió a una sugerencia oficial". Otro banquero advirtió: "Espero turbulencias desde el miércoles".
Redrado disfruta de una popularidad insólita para su procedencia. Hasta hay quienes lo imaginan calzándose el sombrero de Zelaya y convertido en un activo electoral. Pero cuando abran los mercados deberá operar sin respaldo de su directorio y con los Kirchner dispuestos a llevarlo a tribunales. Hay amigos de Redrado que, al imaginar ese escenario, sugieren una negociación: "Podríamos pactar una sucesión ordenada, la salida de personajes irritantes como (Sergio) Chodos, convertir el Fondo del Bicentenario en un fondo de garantías y liquidar así la crisis". Sin embargo, el banquero que espera ruidos para el lunes, profetizó: "Redrado no renuncia. Le encontró el gusto a esta pelea. Va hasta el final".
Los Kirchner provocaron -es increíble- una crisis superior a la de la Resolución 125. El desencadenante de ambas tormentas es el mismo: un gobierno aislado, que arremete enfurecido cuando le impiden acceder a más recursos. Pero el contexto de este nuevo episodio lo vuelve más delicado que la guerra contra los chacareros.
La razón principal de este desequilibrio es la que menos advierten la Presidente y su esposo: el 28 de junio pasado ellos perdieron buena parte de su poder. Por eso la ira matrimonial, antes temible, se va tornando patética. La conducta de Redrado es un síntoma de este cambio. En 2005, Néstor Kirchner firmó DNU disponiendo del 36% de las reservas para saldar la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Y Redrado obedeció sin chistar. Igual que se allanó a las adulteraciones del Indec sobre la inflación o a que la política cambiaria se la dictaran desde Olivos.
La metamorfosis de Redrado hace juego con otro cambio que los Kirchner tampoco han calibrado: son minoría en el Congreso y, por lo tanto, sus DNU son menos consistentes que antes. La comisión que debe evaluarlos está trabada en un empate. En Diputados el oficialismo está en desventaja y en el Senado podría estarlo, sobre todo si prosperan las conversaciones que Cobos inició ayer con el pampeano Carlos Verna. La derrota, que con el "voto no positivo" fue circunstancial, puede volverse sistemática.
La Justicia actuó en este caso de manera fulminante, como demostró la jueza Sarmiento. La Corte, además, dio por primera vez una señal política relevante, al involucrarse rápido en el caso. Es el efecto del 28 de junio en tribunales: hasta los ceniceros, de golpe, se vuelven inconstitucionales.
Falta de estrategia
Este dato desvela a los funcionarios. Amado Boudou confesó sus temores ante varios amigos. En especial con uno que le pidió ser director del Central y luego se arrepintió por razones de seguridad. En el Banco Central, el director Carlos Sánchez y el síndico Hugo Alvarez -contador de Julio De Vido- murmuran contra la irracionalidad de la Casa Rosada. En el gobierno entero están alarmados por la falta de estrategia de los Kirchner. Vale el testimonio de un funcionario ligado a ellos: "Este Vietnam se debe a que no advirtieron que Redrado está obligado a convocar al directorio cada 15 días. Si hubieran esperado a la próxima reunión, nuestros directores habrían votado que se gire el dinero. Redrado debería, en ese caso, renunciar. Pero acá nadie piensa ni escucha". Es lógico: en Olivos creen estar frente a un complot de Redrado, el radicalismo, los infaltables Cobos y Clarín y, ahora, la Corte.
Igual, la peculiaridad de la crisis del Central está por verse. Hasta ahora ella estuvo encapsulada en esgrimas procesales. Pero en los bancos temen que, el lunes, afecte los mercados con movimientos en el nivel de depósitos y presión sobre el dólar. El presidente de Adeba, Jorge Brito, desde Punta del Este, hace alardes de tranquilidad. Aunque ayer aclaró: "Si todos los banqueros tuvieran la inteligencia de sus intereses, no habría ninguno diciendo, como leí por ahí, que el comunicado sobre Redrado respondió a una sugerencia oficial". Otro banquero advirtió: "Espero turbulencias desde el miércoles".
Redrado disfruta de una popularidad insólita para su procedencia. Hasta hay quienes lo imaginan calzándose el sombrero de Zelaya y convertido en un activo electoral. Pero cuando abran los mercados deberá operar sin respaldo de su directorio y con los Kirchner dispuestos a llevarlo a tribunales. Hay amigos de Redrado que, al imaginar ese escenario, sugieren una negociación: "Podríamos pactar una sucesión ordenada, la salida de personajes irritantes como (Sergio) Chodos, convertir el Fondo del Bicentenario en un fondo de garantías y liquidar así la crisis". Sin embargo, el banquero que espera ruidos para el lunes, profetizó: "Redrado no renuncia. Le encontró el gusto a esta pelea. Va hasta el final".
Carlos Pagni LA NACION
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