LOS TROGLODITAS

Por el Lic. Claudio Valdez

Aproximadamente en el siglo V aC. los historiadores de la civilización griega utilizaron el término troglodita para referirse a habitantes de las cavernas, bárbaros y crueles, que tenían como particularidad la de ser muy comedores. Toda una caracterización de brutalidad y primitivismo, con el agregado de la falta de moderación para los más elementales requerimientos de la vida.

Ubicaron estos pueblos antiguos en zonas de Egipto y Asia, por supuesto muy lejanos al mundo desarrollado de aquellos tiempos. Distancia que no solamente señalaron como geográfica, sino más bien como de retraso en la evolución humana. Sin duda el contraste se daba en las virtudes requeridas para integrar sociedades superiores en ética, política, economía y el resto de las manifestaciones culturales. Este tipo de observaciones impresionó a hombres del pensamiento y la acción, como Jenofonte y al “padre de la Historia” Heródoto, que lo hicieron constar en sus escritos.

Con renovadas distancias temporales y espaciales, el siglo XXI y miles de kilómetros por medio, América del Sur renueva el asombro por el desaprovechamiento y, a la vez, derroche de sus potencialidades materiales, además del primitivismo de sus formas de vida. En ella las cualidades intelectuales se presentan bloqueadas por la brutalidad de dirigentes que adolecen de espíritu de excelencia, que es sin duda el superior atributo de humanidad.

Excelencia que se manifiesta por las consabidas vías que, también, enseña la Filosofía de aquellos antepasados griegos: la razón y las buenas costumbres. Ambas colapsadas, incluso en América del Norte y en el resto del mundo globalizado que imita las innovaciones de un “progreso” extraviado.

En nuestra Argentina, pareciera que “la noche de los tiempos” cubrió su presente. La perversión política, jurídica, económica, religiosa, social y cultural hace estragos en la población que sufre por sentirse ajena a los contravalores obligados, en otros casos es verdaderamente ajena debido a su origen extranjero y en muchos más se manifiesta en una patológica anomia que la inhabilita para el ejercicio ciudadano responsable.

Prestando atención a la psicopatía social mencionada, no queda duda de que la misma está motivada, inducida, transferida e incluso ocasionada por la acción de dirigentes y funcionarios estatales y sindicales, además de multiplicidad de “artistas”, “deportistas” y “comunicadores” que demuestran especialidad en malversar sus requeridos talentos.

Los hombres degradan su condición cuando no hacen esfuerzos por su superación. Superación que debe ser planificada, orientada, coordinada, realizada, controlada y disfrutada en logro del bien común. Esfuerzo que consiste en superar los vicios, el mal, que es aquello que destruye y corrompe. Esfuerzo que consiste en procurar el bien, que es aquello que conserva y aprovecha, al decir de Platón.

Las realizaciones excelentes de aquel mundo griego fueron la Filosofía (amor al saber) y la Política (gobierno de la polis) además de su Literatura, el Teatro y el Deporte. Todas “construcciones” ubicadas en las antípodas de la caverna. De ella intentaron salir como lo cuenta aquella “Alegoría de la Caverna”, en que el prisionero liberado del antro sale a explorar el mundo, busca saber y así contempla otra realidad superior. Abandona las sombras.

Es ignorante contrasentido de nuestros dirigentes y sus “clientes políticos”, pretender aprovechar los logros de la evolución en búsqueda de satisfacer sus necesidades según lo más refinado de la producción humana, despreciando que esta es consecuencia de conocimiento, pensamiento y esfuerzo. El ignorante, quien no sabe, al emplear esos productos y hallazgos comete errores, se equivoca y de poco aprovecha. Sócrates pensaba que obrar mal es equivocarse y las consecuencias en nuestro país resultan evidentes.

El Estado en virtual bancarrota, la sociedad agobiada por la delincuencia y la economía presa de progresiva inflación. La producción restringida, los impuestos periódicamente aumentados, el empresariado sin proyectos viables, los trabajadores sin futuro laboral, los jóvenes desempleados y sin adecuada contención frente a las adicciones, los niños subsidiados por una insuficiente “seguridad social” debido a que los padres no pueden alimentarlos, brindarles educación ni servicios de salud. Los transportes públicos y servicios esenciales subsidiados porque no logran cubrir sus costos. La conflictividad social en ebullición por las convocatorias y llamamientos irresponsables de políticos, delegados sindicales y de “punteros activistas” que incitan a “ganar la calle”, generando riesgo de inevitables enfrentamientos.

Casi todo mal hecho, equivocado, por lo que un destino no querido se instaló en la Nación: la miseria material y moral, negada con compulsión por los servidores de un Estado mendaz, es realidad indiscutible.

Aquellos antiguos griegos, con sus aciertos y por sobre sus errores, supieron forjar una cultura que los distinguió de los trogloditas y que a través de los tiempos conocimos como cultura clásica; en tanto nuestras miserias de hoy nos orientan hacia una inexorable regresión, pero a diferencia de los trogloditas muchos reconocemos que en otros tiempos supimos vivir mejor. Siempre muy lejos del antro.

Es esta la condición que caracteriza a la dignidad humana.
CYA