Es usual escuchar esta frase en boca de algún habitante que utiliza los servicios públicos de transporte del área metropolitana de Buenos Aires. Trenes, subtes y colectivos no están a la altura de las exigencias de nuestra urbe, por desidia, incapacidad o corrupción.
Ya voy a encontrar las ganas para explayarme acerca de la cuestión puntual de los servicios públicos de transporte y su razón imperiosa de existir masiva y gratuitamente para fomentar la reducción del gasto energético y el despilfarro de energías no renovables.
Lo cierto es que, en este post, quiero referirme a la metáfora de la frase, que desnuda una injusticia inpunemente irreconocida. Viajar como ganado... ¿Cómo viaja el ganado?
El ganado vacuno, por citar un ejemplo, es transportado desde las haciendas o los feed lots, si es que no tienen matadero propio, hacia los mataderos de los frigoríficos o las ferias donde se rematan como el caso del Mercado de Liniers.
Viajan por largas horas sin la posibilidad de volver a ingerir sólidos ni líquidos. Son tan traumáticos estos viajes que muchas vacas mueren en el camino producto de los golpes recibidos en sus pulmones por el amontonamiento al que son sometidas. En épocas invernales suelen contraer la "la fiebre del transporte", un tipo de pulmonía letal producto de la prolonganda exposición a la intemperie y las bajas temperaturas.
Este calvario se realiza cotidianamente en las rutas de todo el mundo donde se explota el ganado vacuno para consumo. Podemos ser testigos de infinidad de camiones que circulan en las proximidades del Mercado de Liniers, lugar donde arriban la mayor parte de las vacas provenientes de las haciendas de la Provincia de Buenos Aires.
Para las vacas, es el primer tramo de un tortuoso final. Decir que viajamos como lo hacen ellas, es muy lejano a la realidad. Aprovecho para que reflexionen acerca del sufrimiento que se les inflije sólo para saciar placeres culinarios humanos. Dejemos de lado nuestra postura especista de considerarnos únicos merecedores de una vida digna.
Todos los animales sufren, aman, temen y gozan de las cosas que la vida entrega. No seamos parte de la cadena de matanzas que insensibilizan nuestra capacidad de ponernos en el lugar del otro.
No me importa saber si un animal puede razonar. Sólo sé que es capaz de sufrir y por ello lo considero mi prójimo. Albert Schweitzer
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