Así como un ser humano puede perder o ver seriamente limitadas sus capacidades físicas e intelectuales como consecuencia de una enfermedad crónica, análogamente, las naciones también pueden perder capacidad como consecuencia de una pandemia que afecte tanto a la masa de la población como a sus clases dirigentes, salvo las contadísimas excepciones que, en general, no tienen peso alguno en las decisiones y posibilidades nulas de gozar de las preferencias de un electorado precisamente afectado por esa pandemia, y que adopta, en consecuencia, actitudes y temperamentos producto de esa infección.
En la Argentina, esa pandemia se denomina "populismo" y, aunque para el Pequeño Larousse está definido como "Régimen político que intenta buscar apoyo en las masas populares y que desea defender a estas"; el Diccionario Enciclopédico Espasa lo define como "Doctrina política que pretende defender los intereses y aspiraciones del pueblo" y la Real Academia se abstiene de incluirlo en su Diccionario de la Lengua Española (al menos, el que yo poseo), posición aparentemente acertada por cuanto, a mi entender, la definición de "populismo" y lo que involucra es propio de cada sociedad.
Por lo pronto, se aprecia una falla en las dos definiciones indicadas, por cuanto los hechos demuestran palmariamente que, lejos de "defender a las masas populares" o hacer lo propio con "los intereses y aspiraciones del pueblo", a la larga o a la corta, el populismo ha conducido exactamente a lo contrario.
Aunque, en nuestro medio, los brotes de populismo son de antigua data, adquirieron virulencia y magnitud, más allá de lo entonces imaginable cuando, hace poco más de sesenta años, apareció el autodenominado "movimiento", que, directa o indirectamente, ha dominado la escena política local y que, en distintos grados, ha contaminado a la casi totalidad de las otras agrupaciones que, lejos de constituir oposición, se han plegado a las nocivas prácticas de la pandemia, con el aparente afán de captar, aunque inútilmente, la voluntades de las masas cada vez cada vez más numerosas en cuanto a su ausencia de cultura, cualquiera sea esta, incluida la cívica.
Un capítulo especial en cuestiones de "populismo" merecen los elementos denominados "progresistas", que, con su influencia, han aportado un buen número de ideas "populistas" con las correspondientes consecuencias para la sociedad y el país.
En el transcurrir de los años, se han podido apreciar síntomas, circunstancias y hechos nacidos de la vigencia del "populismo", entre los que cabe destacar:
* En materia de instrucción pública, hacer prevalecer la permisividad y el facilismo, con la complicidad de padres inconscientes y docentes y funcionarios del área con ideas "progre", con el consiguiente y evidente deterioro en la calidad de la enseñanza y la educación en elementales normas de orden y disciplina propias de las democracias evolucionadas, que lo son por las características de sus respectivos pueblos.
* En el aspecto económico social, el reemplazo del esfuerzo, la responsabilidad y la iniciativa de las personas, como las que alguna vez determinaron un pronóstico de grandeza para este país, por la dádiva y el subsidio, con la consiguiente Estadodependencia de gran parte de la ciudadanía.
* Convertir empleo público en receptor de la mediocridad y en el beneficio de punteros políticos, amigos, parientes, amantes y otros, haciendo total caso omiso de la idoneidad para el puesto y las limitaciones en el número de agentes realmente necesarios.
* Exacerbar las bajas pasiones de las masas con discursos altisonantes y agresivos.
* Exacerbar tanto como sea posible aprovechando la genética animadversión de las masas hacia lo extranjero, con frases como "vivir con lo nuestro" que, a pesar de calar hondo en los ignorantes, a la postre significan la no inserción en un mundo que, guste o no, se esté de acuerdo o no, es cada vez más globalizado y que no aceptarlo y actuar en consecuencia significa, como pronóstico, exactamente lo contrario del llamado milagro irlandés.
* Y si de inserción se trata, hacerlo según ideologías y con naciones de las cuales poco y nada se puede aprender y de las que sólo de obtienen declaraciones verbales o interesadas inversiones con fines de expansión política.
* Complicar tanto como sea posible los trámites burocráticos, con el consiguiente incremento en los costos, el creciente empleo de elementos parásitos y el desaliento de los emprendedores, según se desprende de la experiencia diaria de aquellos que, con iniciativa y capacidad, tratan de concretar emprendimientos sin temor a competir; incluso, en el mercado internacional.
* Aprovechar el bajo nivel intelectual de las mayorías y su total desconocimiento en cultura cívica, para formular proyectos y anunciar obras de cumplimiento imposible.
* Denunciar complots y confabulaciones, para distraer la atención de las falencias propias.
* Dominar o influir tanto como sea posible sobre los medios y criticar con dureza aquellos que no se muestren complacientes.
* Tildar de antiargentinos o traidores a la patria a aquellos que no comulguen con, o sean críticos del poder de turno.
* Como consecuencia de lo anterior, tratar de identificar o hacer coincidir nacionalidad con adhesión al movimiento o partido.
* Justificar el elevado empleo público como única fuente económica de algunas provincias, incluso autodenominadas inviables, mientras se reciben desmedidos recursos de coparticipación en detrimento de los habitantes de otros distritos.
* Privilegiar los personajes providenciales por sobre las instituciones.
* Menoscabar y hasta hacer desaparecer instituciones que puedan ser ejemplo de una nación evolucionada.
* Distorsionar los postulados de los derechos humanos en beneficio de los que los han inicialmente violado con definiciones y limitaciones que son una clara muestra de hipocresía jurídica.
* Distorsionar procedimientos judiciales en beneficio de los delincuentes y perjuicio de sus víctimas.
* Deteriorar tanto como sea posible el espíritu del contenido de la Constitución original, mediante las leyes que reglamentan su ejercicio y sucesivas modificaciones.
* Llevar a cabo las más increíbles maniobras para contar con jueces adictos.
* Sometimiento de dos los poderes constitucionales de la Nación al tercero, que, en la práctica, pasa a ser único.
Seguramente, muchos más elementos de juicio se deben poder agregar a los enunciados, aunque estos parecen ser suficientes para un pronóstico nada optimista de lo que espera a las futuras generaciones de argentinos capaces, emprendedores, con un elevado sentido de responsabilidad y amantes del orden y la disciplina, que se verán superados por el crecimiento de una mayoría de quienes, como consecuencia del populismo, muestran la antítesis de las cualidades mencionadas y para cuya supervivencia y apoyo, el Estado, con impuestos cada vez más numerosos y distorsionados, asfixiará, aun en mayor grado, a los primeros, al tiempo que una creciente burocracia seguirá implementando complicadas y cambiantes medidas que posibiliten su supervivencia, sin una justicia justa y eficiente a la que poder acudir en defensa de sus derechos.
¿Alguien visualiza un cambio en sentido positivo para el futuro de la Nación y de los que en ella habitan?
Eugenio Luis Bezzola reside en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires
En la Argentina, esa pandemia se denomina "populismo" y, aunque para el Pequeño Larousse está definido como "Régimen político que intenta buscar apoyo en las masas populares y que desea defender a estas"; el Diccionario Enciclopédico Espasa lo define como "Doctrina política que pretende defender los intereses y aspiraciones del pueblo" y la Real Academia se abstiene de incluirlo en su Diccionario de la Lengua Española (al menos, el que yo poseo), posición aparentemente acertada por cuanto, a mi entender, la definición de "populismo" y lo que involucra es propio de cada sociedad.
Por lo pronto, se aprecia una falla en las dos definiciones indicadas, por cuanto los hechos demuestran palmariamente que, lejos de "defender a las masas populares" o hacer lo propio con "los intereses y aspiraciones del pueblo", a la larga o a la corta, el populismo ha conducido exactamente a lo contrario.
Aunque, en nuestro medio, los brotes de populismo son de antigua data, adquirieron virulencia y magnitud, más allá de lo entonces imaginable cuando, hace poco más de sesenta años, apareció el autodenominado "movimiento", que, directa o indirectamente, ha dominado la escena política local y que, en distintos grados, ha contaminado a la casi totalidad de las otras agrupaciones que, lejos de constituir oposición, se han plegado a las nocivas prácticas de la pandemia, con el aparente afán de captar, aunque inútilmente, la voluntades de las masas cada vez cada vez más numerosas en cuanto a su ausencia de cultura, cualquiera sea esta, incluida la cívica.
Un capítulo especial en cuestiones de "populismo" merecen los elementos denominados "progresistas", que, con su influencia, han aportado un buen número de ideas "populistas" con las correspondientes consecuencias para la sociedad y el país.
En el transcurrir de los años, se han podido apreciar síntomas, circunstancias y hechos nacidos de la vigencia del "populismo", entre los que cabe destacar:
* En materia de instrucción pública, hacer prevalecer la permisividad y el facilismo, con la complicidad de padres inconscientes y docentes y funcionarios del área con ideas "progre", con el consiguiente y evidente deterioro en la calidad de la enseñanza y la educación en elementales normas de orden y disciplina propias de las democracias evolucionadas, que lo son por las características de sus respectivos pueblos.
* En el aspecto económico social, el reemplazo del esfuerzo, la responsabilidad y la iniciativa de las personas, como las que alguna vez determinaron un pronóstico de grandeza para este país, por la dádiva y el subsidio, con la consiguiente Estadodependencia de gran parte de la ciudadanía.
* Convertir empleo público en receptor de la mediocridad y en el beneficio de punteros políticos, amigos, parientes, amantes y otros, haciendo total caso omiso de la idoneidad para el puesto y las limitaciones en el número de agentes realmente necesarios.
* Exacerbar las bajas pasiones de las masas con discursos altisonantes y agresivos.
* Exacerbar tanto como sea posible aprovechando la genética animadversión de las masas hacia lo extranjero, con frases como "vivir con lo nuestro" que, a pesar de calar hondo en los ignorantes, a la postre significan la no inserción en un mundo que, guste o no, se esté de acuerdo o no, es cada vez más globalizado y que no aceptarlo y actuar en consecuencia significa, como pronóstico, exactamente lo contrario del llamado milagro irlandés.
* Y si de inserción se trata, hacerlo según ideologías y con naciones de las cuales poco y nada se puede aprender y de las que sólo de obtienen declaraciones verbales o interesadas inversiones con fines de expansión política.
* Complicar tanto como sea posible los trámites burocráticos, con el consiguiente incremento en los costos, el creciente empleo de elementos parásitos y el desaliento de los emprendedores, según se desprende de la experiencia diaria de aquellos que, con iniciativa y capacidad, tratan de concretar emprendimientos sin temor a competir; incluso, en el mercado internacional.
* Aprovechar el bajo nivel intelectual de las mayorías y su total desconocimiento en cultura cívica, para formular proyectos y anunciar obras de cumplimiento imposible.
* Denunciar complots y confabulaciones, para distraer la atención de las falencias propias.
* Dominar o influir tanto como sea posible sobre los medios y criticar con dureza aquellos que no se muestren complacientes.
* Tildar de antiargentinos o traidores a la patria a aquellos que no comulguen con, o sean críticos del poder de turno.
* Como consecuencia de lo anterior, tratar de identificar o hacer coincidir nacionalidad con adhesión al movimiento o partido.
* Justificar el elevado empleo público como única fuente económica de algunas provincias, incluso autodenominadas inviables, mientras se reciben desmedidos recursos de coparticipación en detrimento de los habitantes de otros distritos.
* Privilegiar los personajes providenciales por sobre las instituciones.
* Menoscabar y hasta hacer desaparecer instituciones que puedan ser ejemplo de una nación evolucionada.
* Distorsionar los postulados de los derechos humanos en beneficio de los que los han inicialmente violado con definiciones y limitaciones que son una clara muestra de hipocresía jurídica.
* Distorsionar procedimientos judiciales en beneficio de los delincuentes y perjuicio de sus víctimas.
* Deteriorar tanto como sea posible el espíritu del contenido de la Constitución original, mediante las leyes que reglamentan su ejercicio y sucesivas modificaciones.
* Llevar a cabo las más increíbles maniobras para contar con jueces adictos.
* Sometimiento de dos los poderes constitucionales de la Nación al tercero, que, en la práctica, pasa a ser único.
Seguramente, muchos más elementos de juicio se deben poder agregar a los enunciados, aunque estos parecen ser suficientes para un pronóstico nada optimista de lo que espera a las futuras generaciones de argentinos capaces, emprendedores, con un elevado sentido de responsabilidad y amantes del orden y la disciplina, que se verán superados por el crecimiento de una mayoría de quienes, como consecuencia del populismo, muestran la antítesis de las cualidades mencionadas y para cuya supervivencia y apoyo, el Estado, con impuestos cada vez más numerosos y distorsionados, asfixiará, aun en mayor grado, a los primeros, al tiempo que una creciente burocracia seguirá implementando complicadas y cambiantes medidas que posibiliten su supervivencia, sin una justicia justa y eficiente a la que poder acudir en defensa de sus derechos.
¿Alguien visualiza un cambio en sentido positivo para el futuro de la Nación y de los que en ella habitan?
Eugenio Luis Bezzola reside en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires
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