JorgeAsísDigital convoca, a sus miles de visitantes, para votar por la kirchnereada más significativa de los tres años de presidencia del Estadista Kirchner.
Estudio preliminar de Oberdán Rocamora
Especial para JorgeAsísDigital
¿Acaso alguna nueva kirchnereada podrá superar aquel grotesco del anuncio de los veinte mil millones de dólares que iban a invertir los chinos?
Abundan, entre los primeros consultados para el presente estudio, quienes se inclinan, en la instancia serena del balance, por la formidable kirchnereada de enviar los piqueteros a injuriar a la empresa Shell. Después de la kirchnereada básica del maltrato verbal.
Otros consultados, con influencias notorias de la insostenible levedad de la coyuntura, sostienen que, como kirchnereada, ninguna puede superar al redundante plantón destinado a la reina de Holanda.
Desfila también, como es previsible, la caravana de kirchnereadas que aluden a la versatilidad de los desplantes presidenciales.
Hay kirchnereadas domésticas. Kirchnereadas con repercusiones internacionales. O kirchnereadas de mero cabotaje.
Habrá que establecer entonces parámetros diferenciadores, a los efectos de introducirse en semejante problemática.
La kirchnereada del faltazo a la cena de honor, ofrecida por, o en todo caso para, el presidente de Vietnam, presenta ciertos puntos sutiles de diferenciación con la kirchnereada de la amansadora, prodigada a la empresaria Cathy Fiorina.
O al poderoso multimediático Antonio Cisneros, que fue víctima de un tipo de kirchnereada a estudiarse, por omisión.
Porque Cisneros nunca pudo tampoco, como Fiorina, llegar al Estadista.
O como la kirchnereada standard, la del explicable plantón internacional al secundario ruso Putin.
O la kirchnereada clásica del desaire por anticipación. Al someter al canciller Bielsa, por ejemplo, al incendio diplomático de pedirle a sus pares, los cancilleres, que sus presidentes dejáranse de jorobar y suspendieran los viajes programados, con ostensible anterioridad, a la Patria.
Fue la kirchnereada de anticipación ofrendada al presidente Sampaio, de Portugal. O al Presidente Mbeki, de Sudáfrica.
Aquí, la kirchnereada por anticipación sólo podía sostenerse por el gravitante pretexto de la dedicatoria a la construcción de poder en plena campaña electoral.
A los efectos de cumplir con la kirchnereada doméstica de acabar con Duhalde. Aquel político kirchnereado que cometió el error imperdonable de catapultarlo.
Las kirchnereadas se acumulan con un ritmo de crecimiento sostenido superior al de la economía. Abunda material analizable para tratar en un próximo seminario auspiciado por el Portal.
Hasta ayer mismo, con la kirchnereada doméstica de criticar al Gran Diario Argentino.
O con la penúltima kirchnereada interoceánica, de anteayer, de contenido altamente aislacionista. La de recriminar, en público, al gobierno de Finlandia.
Brotan kirchnereadas que resisten, por intensidad, en el fondo de la memoria. Algunas, muy pintorescas, no trascendieron. Como la kirchnereada deportiva de correr, en la residencia del embajador en Madrid, a cierto secretario, pero para pegarle. Por haber cometido el error de convocar, a la comitiva, una hora antes.
O la kirchnereada efectista de prohibirle al embajador en ejercicio, Abel Posse, a participar en las reuniones bilaterales oficiales de Madrid, porque al Estadista le habían disgustado ciertas declaraciones, del diplomático, a la revista Gente.
Florece también una inquietante sucesión de kirchnereadas menores, que sirven para completar la personalidad del Estadista analizado. Y signan el despelotado comportamiento presidencial. Kirchnereadas que derivan en ceremonias de amansadoras. En plantones sin rigor. Y con una amplia versatilidad en materia de víctimas.
Los argentinos kirchnerizados, con cierto rubor, ya aprendieron en general a habituarse a las kirchnereadas que llegan, por rutinaria acumulación, a divertir. Hasta alcanzar la demencia colectiva de tomar las kirchnereadas como si fuera un atributo natural.
Celébrase entonces que el Estadista mantenga sus reticencias para partir con espantosas comitivas al exterior.
Se atenúan, en todo caso, los riesgos de deslizar, a la más alta investidura, por el sendero sin retorno de los papelones.
Convertirse en neologismo
La cuestión que el Estadista alcanza la hazaña prodigiosa de convertir su significante, el nombre, en un neologismo.
Kirchnereada: Dícese del acto de kirchnerear al semejante, con distintas acepciones.
Según un semiólogo consultado, F.U., la acción del kirchnerear, a la otredad, implica el movimiento del maltrato.
Para que la kirchnereada sea positivamente eficaz -explica L.E., socióloga adicta al anonimato- debe existir una sociedad kirchnerizada.
Es decir, una sociedad, como la Argentina, culturalmente devastada por los rigores envolventes del kirchnerismo.
Para consumo interno, a lo sumo brinda, la cotidianeidad de las kirchnereadas, una incierta fatiga espiritual que provoca la incapacidad del surgimiento del asombro.
Sin embargo, por el peso de tanta hipocresía chauvinista, las kirchnereadas se tornan pesadamente indigeribles, en especial cuando el maltrato indecoroso roza la ambientación cultural externa.
Para sintetizar, hacia adentro, las kirchnereadas se asumen como parte del folklore soportable. Hacia afuera, en cambio, las kirchnereadas suelen presentar síntomas superables de vergüenza.
Para ser tratado en una mesa redonda del seminario.
Catilinarias
Para una aproximación liminar a la temática, puede registrarse, de manera sumaria, que el Estadista presenta kirchnereadas graves en materia de oralidad.
Acostumbra emitir las kirchnereadas en las habituales catilinarias desplegadas en el Salón Blanco, el de los conciertos de La Rosada.
O en cualquier tribuna berreta de ocasión, en general del conurbano bonaerense.
Productos retóricos emanados de la incontinencia oral.
Aquí funcionan, las kirchnereadas, según la investigación, como aprietes coyunturales. Simple metodología programática para obtener un fin determinado.
Una clásica kirchnereada metodológica de captación, por ejemplo, consistió en maltratar al señor Coto.
Un acto de seducción con propósito de acercamiento, motivado en el espejismo de domesticación de los fiambreros.
Fórmula precaria que implica degradar, con la kirchnereada, para que la víctima venga al pié. Y que el causante, cualquier Coto, se deje fotografiar, al día siguiente, con anuncios importantes que magnifiquen el rostro demacrado de la kirchnerización.
Ciertas kirchnereadas orales, bastante célebres, supieron traspasar las fronteras del raciocinio. Emergen como posteriores actos de genialidad que provocan aumentos de la popularidad en Artemiópolis. Aquí figuran las kirchnereadas de los ataques desmesurados a los ganaderos culposos.
Kirchnereadas terribles fueron las descalificaciones sistemáticas a los periodistas irritantes. Por ejemplo la kirchnereada iniciática, aplicada, de manera endovenosa, al señor Escribano. O la kirchnereada prodigada, como acto de ternura, a Morales Solá. O ayer -"con todo respeto"- al Gran Diario.
Alcanza la monotonía la sucesión de kirchnereadas aplicadas a la corporación militar. O hacia la corporación eclesiástica, por los curas colaboracionistas. O las kirchnereadas orales enfocadas hacia al Fondo Monetario, al que después se le pagó por adelantado y con aprobación revolucionaria.
La kirchnereada contra Jacques Chirac, en cambio, facilita las delicias del aislamiento institucional.
Igual que la kirchnereada aplicada, sin anestesia, al embajador de Francia, por comentar, en la intimidad, que el Estadista tenía una inclinación por el populismo.
Omisión, acción y seriales
Kirchnereadas por omisión: dícese de aquellas kirchnereadas que son generadas por la inacción omitiva del faltazo.
Kirchnereada por acción puede consistir, en cambio, en atribuirle al Estadista la responsabilidad política por la entrega, al superior socio estratégico, Hugo Chávez, del cassette de las discusiones secretas de los presidentes.
Fue la culminación de las kirchnereadas seriales, desatadas durante aquella catastrófica Cumbre de Mar del Plata.
Donde el Estadista supo exportar, con sus kirchnereadas, la indeclinable tendencia natural hacia el papelón de la república.
Acaso puedan constar en actas la selección de kirchnereadas antológicas, pero de fuerte sesgo autoritario.
Kirchnereadas que rebelan firmeza glacial, capacidad imperturbable de mando. Destinadas a movilizar el progresismo de pizza recalentada, como indica el colega Joaquín Van Der Ramos.
Asístese, por ejemplo, a la kirchnereada del banquito. El inconmensurable papelón histórico que se le hizo atravesar al kirchnereado general Bendini.
Para concluir el estudio preliminar, el Portal decide asociarse a los fastos del tercer aniversario de la irrupción oxigenante del Estadista.
Y convocar, democráticamente, a los miles de visitantes, para sufragar por las kirchnereadas que merezcan figurar entre los doce primeros sitiales de privilegio. También tendrán su lugar las kirchnereadas de Primera B. De ser posible, de Primera C.
El Portal supo enorgullecerse por la imparcialidad objetiva, desplegada en la organización del consagratorio "Torneo Tweety Carrario". Donde se premió la facilidad de los políticos para cambiar de casacas. Resultó campeón del Carrario el actual Presidente Provisional del Senado, don José Pampuro, secundado por el gobernador Felipe Solá.
Con franca responsabilidad, el Portal patrocinó también el Torneo Clausura Trasplante de Cara. Estuvo destinado a elegir el rostro del colaboracionista más solvente del kirchnerismo. Aquel evento debió suspenderse por la abrumadora colección de copiones. Justo cuando encabezaba el empresario fenicio Daniel Hadad, secundado por el banquero Jorge Brito.
Con idénticos valores de responsabilidad e imparcialidad, se mantendrá periódicamente informado, a los sufragantes, de los guarismos del "Torneo Kirchnereadas Tercer Aniversario".
Invariablemente, sin prórrogas, el Torneo finaliza el próximo 25 de Mayo.
Día en que se dará a conocer la máxima kirchnereada escogida. Y las otras once kirchnereadas selectas.
Mientras tanto, el 25, las masas rentadas del kirchnerismo, enardecidas por la necesidad orgánica de recibir flamantes catilinarias, manifestarán en la Plaza de Mayo el agradecimiento hacia el Estadista.
Por conducir, a la Argentina, hacia la kirchnereada del aislamiento colectivo nacional.
Aislamiento que hará, de cada argentino, un Robinson Crusoe superior.
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Consultado el entorno del Portal, se proponen, para poner en movimiento el torneo, doce kirchnereadas que aspiran a inmortalizarse



















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