La multinacional anunció ayer que comenzará a vender los juguetes de la fabricante argentina Rasti en el mercado colombiano, y de esta manera destrabó la llegada de las populares muñecas y de los autitos Hot Wheels, cuyo ingreso al país estaba demorado en la Aduana.
Esta semana los productos de Mattel volvieron a las jugueterías y a los grandes supermercados, en una verdadera carrera contra reloj, ya que el objetivo de la empresa es abastecer la demanda interna antes del próximo domingo, cuando se celebra el Día del Niño.
Tanto en Mattel como en la firma local Dimare -fabricante de los ladrillitos Rasti- prefirieron no hacer comentarios acerca del papel que jugó el secretario de Comercio Interior para facilitar el contrato de distribución. Sin embargo, fuentes del mercado confirmaron a La Nacion que el regreso de la Barbie a las jugueterías se explica a partir del acuerdo para que Mattel comercialice la línea de juguetes argentinos en el mercado colombiano.
"Tras este acuerdo, Mattel tendrá el desafío de expandir estas exitosas marcas argentinas en el territorio colombiano", fue el escueto comunicado publicado por Mattel Argentina, que hasta la firma del acuerdo con Dimare tenía suspendida la licencia para importar, tras haber sido acusada por la AFIP de cometer varias infracciones aduaneras.
Por su parte, en Dimare destacaron que la llegada al mercado colombiano forma parte de un plan de expansión internacional de la empresa. "Ya estamos exportando a varios mercados como Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia, y en la medida en que funcione el acuerdo para Colombia vamos a analizar extender la operación a otros mercados", precisó Daniel Dimare, socio de la compañía argentina.
El convenio entre Barbie y Rasti se suma a otros acuerdos de exportaciones no tradicionales que impulsó Moreno. La lista es encabezada por las principales terminales automotrices, que aceptaron compensar sus importaciones con ventas al exterior de productos que no tienen ninguna relación con su negocio principal.
Esquema extendido
Dentro de este esquema, se conocieron algunos acuerdos
insólitos. Por ejemplo, el empresario Eduardo Pulenta, importador de la marca alemana Porsche y dueño de la bodega Pulenta Estate, aceptó exportar vinos de su empresa a cambio de la habilitación para importar los vehículos.
Un acuerdo parecido hizo la firma Sojitz Corporation, socia de Hyundai Argentina, que acordó exportar harina de soja por US$ 50 millones a Vietnam, a cambio de no tener problemas para seguir importando sus autos desde Corea.
Entre las automotrices, las únicas dos que aún no han logrado que el Gobierno les permita volver a importar son Suzuki y BMW. Esta última empresa ya presentó un plan que recibió algunas objeciones por parte del Ministerio de Industria. Según trascendió, sería un proyecto similar al de otras automotrices, que podría incluir exportaciones de biodiésel.
A la lista de exportadores no tradicionales también se sumó Adidas, que hace unas semanas anunció que comenzará a comercializar la línea de muebles de exhibición de productos que usa en sus locales argentinos en otros países de América latina.
En otros casos, las restricciones que impuso Moreno al comercio exterior derivaron en la radicación de empresas que hasta el momento importaban toda su producción.
La última en avanzar con un proyecto de radicación industrial fue la canadiense Research in Motion (RIM), que cerró un acuerdo con la firma Brightstar para comenzar a fabricar su línea de teléfonos celulares BlackBerry. De esta manera, en el país se fabricarán prácticamente todas las grandes marcas de telefonía móvil, con la única excepción de iPhone, cuyo fabricante, Apple, no tiene producción local.
Por Alfredo Sainz
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