EUREKA

¡¡EUREKA...!

Por Susana Merlo (*)

…el campo existe!! Al menos, así daría cuenta la catarata de adhesiones y declaraciones públicas que, al calor de la ahora acelerada campaña electoral, despachan cada vez más candidatos (obviamente, ninguno del oficialismo).

Así, desde el hermano rebelde del gobernador bonaerense, José “Pepe” Scioli, hasta el revaluado candidato presidencial por el Socialismo, el Gobernador Hermes Binner, pasando nada menos que por el exjefe de gabinete de buena parte de la Administración K (incluidos los avatares de la 125 en 2008), Alberto Fernández, día a día se suman nuevos adeptos al “campo”.

Sorprendentemente, o no tanto, en forma simultánea muchos volvieron su mirada hacia el interior (incluso hasta parecería que más todavía después de los resultados de Santa Fe…) y adoptaron como propia la postura de reclamo que los distintos sectores productivos vienen esgrimiendo desde hace 6/7 años aunque, vale decir, sin ningún éxito hasta ahora.

¿Qué habrá determinado un descubrimiento tan repentino? ¿O es que esto ya se sabía pero no se le prestaba ninguna atención?

El asunto es que ahora, mientras cada vez más intrusos ocupan tierras de grandes empresas (algunas hasta ahora aliadas del Gobierno), mientras los lecheros hacen asambleas cada vez más numerosas y los chancheros vuelven a las rutas y puentes, resulta que temas tales como el trigo que no se puede vender, la leche que no se puede procesar ni exportar, los frigoríficos que cierran o la campaña que no termina de arrancar por la falta de combustibles, se están “haciendo carne” en prácticamente todo el espectro político no oficialista que, hasta ahora, y salvo alguna honrosa excepción, había permanecido autista tanto a la caída de la producción de alimentos como a los problemas de muchas de las actividades tal el caso del algodón, la fruticultura, los citrus, etc., y a pesar que en casi todos los casos los temas tienen varios años de arrastre.

Ahora parece ser que los reclamos tenían asidero. Resulta que el campo y la agroindustria, de golpe, pasaron a tener razón en sus alertas…

¿Dónde estaban los que ahora se erigen en defensores del sector o, lo que parece ser lo mismo, en críticos del Gobierno nacional cuando, por ejemplo, se cerraron las exportaciones de carne en marzo de 2006 o los registros de exportación de trigo y después los de maíz? ¿Qué voz de todas estas se escuchó cuando se subieron las retenciones de la leche en 2005 y luego se aplicaron los “precios de corte” que implicaron una retención efectiva de alrededor de 50% que hizo que cerraran unos 6.000 tambos en todo el país?

¿A quiénes se escuchó reclamar por la brutal liquidación de vientres que determinó que en 5 años se perdiera el 23% del rodeo nacional (más de 10 millones de cabezas), lo que hizo subir los precios de la carne al consumo a los niveles actuales?

¿Qué gobernador defendió a sus producciones y, más aún, los recursos de sus provincias que la Nación le drenaba con retenciones que no se coparticipan?

Es cierto que el Gobierno cometió muchos errores que no solo atentaron contra “la mesa de los argentinos” que dice defender, sino que hizo perder cifras incalculables al país las que costará mucho recuperar, pero no es menos cierto que muchos de esos errores y hasta excesos los cometió con la anuencia de la mayoría de los partidos políticos, sus gobernadores y, especialmente sus legisladores.

Hubiera sido imposible estancar durante 7 años la producción de leche o hacer caer la producción de trigo a niveles alarmantes si lo que ahora están haciendo varios políticos de los “grandes”, reclamando a voz en cuello o saliendo a criticar en los medios, lo hubieran hecho en 2004/2005 cuando ya se comenzaba a perfilar la política que se pretendía aplicar al campo y su agroindustria.

Lo mismo vale para la energía y otros tantos sectores.

¿Es posible ahora creer en una conversión tan repentina?

¿Es factible pensar que el cambio de postura es estructural y que, finalmente, en varios de los principales partidos “se hizo la luz” y se descubrió que el interior tiene peso, fuerza y, especialmente, la producción agroindustrial sigue siendo uno de los pilares fundamentales de la economía argentina? ¿O todo será solamente fuego de artificio preeleccionario y después de octubre se volverá a lo mismo de antes, con las mismas autoridades o con otras a partir de diciembre?

Pareciera evidente que, como dice el refrán, “la culpa no la tiene el chancho sino quien le da de comer” y en este caso, el que le da de comer es el propio ciudadano…

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de la Ingeniera Agrónoma Susana Merlo por gentileza de su autora y Campo 2.0.